(1) Las palabras y sus efectos
Hace unos días el profesor Rebio Díaz Cardona recordaba en un escrito suyo, titulado «Universidad y amistad», el ambiente en el que se dieron muchos de los debates que componen este libro, y los efectos que tuvieron en él, entonces estudiante universitario; allí dice:
«Cuando yo entré a la universidad parecía estar librándose una guerra. O en todo caso una guerra de palabras. Se hablaba de la necesidad de ‘un nuevo lenguaje’, ya fuera porque estábamos rodeados de cosas nuevas que las palabras viejas no describían bien o porque las formas habituales de hablar y pensar siempre nos habían tergiversado las cosas sin que nos diéramos cuenta, haciéndonos ver el mundo como si fuera más simple de lo que era.»
Reconocemos en su comentario las premisas de varios artículos antologados aquí y el ambiente al que se refiere. Encuentro muy atinada la descripción del momento en que estas palabras, si me permiten la expresión, sucedieron:
«El ‘debate’ era más como un fenómeno atmosférico en movimiento, repleto de restos arrastrados por ráfagas de críticas que venían de distintos lugares y distintos tiempos, pero que a los recién llegados nos alcanzaban todas más o menos a la vez.»
No es el lugar aquí para comentar esta columna, pero me ofrece una estupenda oportunidad para destacar los efectos que, según la anécdota de Rebio Díaz, han tenido las palabras recogidas en este libro para generaciones posteriores. Se sentían entonces como ráfagas de algo impredecible y hasta cierto punto devastador; algo que derrumba, sí, pero, como muchos eventos atmosféricos, crea espacio para el nacimiento de algo nuevo.
(2) Hablemos de esas ráfagas:
Después de los escritos de Relevos, que dan cuenta de las formas, complejidades y consecuencias de vernos o inventarnos; y de los Deslindes, que amplían estos debates hacia las distancias y las representaciones; llegamos, en la tercera y última parte, a las Intermitencias. Se ha pasado de una voz a otra, enlazando los debates de las identidades con el de nuestra misma conciencia ciudadana: quiénes somos y cómo bregamos: qué hacer y cómo mirar.
Intermitencias, es decir: «discontinuaciones», «algo que se interrumpe y prosigue o se repite», de manera que una esperaría encontrar en esta parte no solo variedad de asuntos sino también aspectos vinculantes con los debates anteriores, puesto que los que se tocan aquí corresponden a los últimos cuatro años de la selección. Para entonces el mundo y los espacios de debate y divulgación han cambiado, pero nuestra ansiedad por afinar la percepción de «esto»: los desafíos que enfrentamos como puertorriqueños, lo que nos suma en algún nosotros, aunque sea provisional y vulnerable, nos sigue ocupando el pensamiento.
Las antólogas escogen para cerrar el libro, cuatro textos publicados entre el 2011 y el 2015 en 80 grados. Las voces de estas discontinuaciones que recibimos como muestras de un universo todavía mayor, son las de Mara Negrón, Juan Otero Garabís, Anayra Santori y Francisco José Ramos. Tratan de temas distintos, unos discursos más apegados a la cátedra que otros, y participan de debates endémicos o globales, con ramificaciones rastreables en lecturas académicas, o sostenidas en la atención a lo cotidiano y próximo – la crónica de sucesos, tanto en la prensa escrita como en los medios audiovisuales, pero también en la memoria personal, la experiencia de la divagación y la errancia, incluyendo la navegación virtual, y de esta forma asumiendo otras posibilidades del debate cultural que incorporará (esperamos) nuevos interlocutores.
Beatriz Llenín Figueroa nos invita en su introducción a leer estos cuatro ensayos finales, como formas de lidiar contra la desesperanza y el catastrofismo de los tiempos más recientes, a buscar en los escritos de esos años antes de la Junta de Control Fiscal, de María y los terremotos, y la explotación de los desastres, del verano del 2019 y la crisis del bipartidismo, y tanta otra sacudida, la palabra que, como apunta Bea, nos impulse a seguir braceando y afanándonos por salir a la superficie.
* * *
Decía yo misma para la contraportada de Cuaderno que estas editoras logran armar una summa ideológica de nuestro tiempo. A través de sus selecciones van armando una silueta, fundamentándose en décadas de estudio, conscientes de la diversidad de sus interlocutores, buscando con cada uno de los textos ir precisando contornos. Es la figura en la que reconocemos, como un celaje, nuestro momento apresurado y escurridizo, una figura que, aun en movimiento, aun incompleta, proyecta varias sombras que a su vez suponen diversas rutas. Y de algunas de esas sombras fugaces e inquietas se ocupan los cuatro textos que aparecen aquí a modo de colofón, en un final abierto: la última comparsa de una fiesta que sigue resonando a la distancia.
Y es que se quisiera continuar algo más allá. Me corrijo: es que se sabe que continuará mucho más allá. Los cuatro «ensayos marejadas», como les llama Beatriz Llenín Figueroa, prestan atención al poder de la palabra. Insistimos en bracear hasta la superficie, buscar aliento, continuar respirando. Agradecemos que los últimos ensayos presenten, pues, y sin perder dimensión crítica y capacidad de denuncia, una mirada esperanzadora. Ante las formas de la violencia: la palabra, una vez más; porque de eso se trata finalmente todo este archivo: dar cuenta, testimonio, trazar un plan, provocar una emoción, consolidar lazos y en todo momento: imaginar.
Mientras Mara Negrón reflexiona a paso de boa constrictor, sin prisa pero sin pausa, sobre la violencia y sobre la palabra misma, Juan Otero, que no soporta más «a los dioses del pánico» contrapuntea una diatriba, como portavoz de su generación, contra el discurso apocalíptico, especialmente el que arremete contra la alegría del desorden vital. Anayra Santori, por otro lado, plantea la urgencia de contar nuestras propias historias de mujeres, pues hemos sido secuestradas por los lugares comunes publicados en la prensa, manipulados para encajar en «la moralina social» del discurso dominante.
Es curioso que la sección, y con ella el libro, cierre con el ensayo de Francisco José Ramos, publicado un año antes de la imposición de la Junta de Control Fiscal, pues retoma el asunto de la condición colonial, la asimilación, la relación política y económica de Puerto Rico y los Estados Unidos, que subyace a buena parte de los debates del libro; dice:
«Y sin embargo, por más que la mayoría de los puertorriqueños ignore esta tierra suya, e insista en un estilo de vida ajeno a sus propias fuerzas y sensibilidad, viviendo de espaldas al mar, confinados en sus urbanizaciones, disfrutando del enclaustramiento cuasi uterino de los centros comerciales, o divirtiéndose hasta la muerte, en tanto que dóciles y maníacos consumidores, persiste la compleja e intensa experiencia histórica de esta isla que no poca gente enriquece, día a día, con sus esfuerzos y labores cotidianas. A esto hay que añadir la fundamental y efervescente tradición intelectual que nuestros historiadores, pensadores, escritores, artistas y poetas no cesan de reivindicar.»
En efecto, este mismo libro-archivo que presentamos hoy es muestra de esa obstinación creadora: no sólo por los mismos escritos seleccionados, sino también por el esfuerzo investigativo de las antólogas y la disposición del editor, el dedicado trabajo de diseño de Marcos Pastrana y Edna Román, el rigor de las introducciones a cada una de las partes y la gente lectora que se irá incorporando a esta cadena alimenticia. Todos, todas y todes sumamos, aquí, ahora mismito, la voluntad de estar, y esto debería ser suficiente, aunque Ramos apunta que todavía «falta la más difícil, pero también la más ineludible tarea: una decisiva acción política» que nos permita salir de lo que nos arrastra.
Con este cuarteto final a mi parecer, las antólogas dejan claro que, precisamente, no está claro el futuro, y eso es bueno; que la pluralidad de voces se mantiene; que la incertidumbre nos ofrece la posibilidad de los pequeños (y cercanos) triunfos inmediatos; que faltan aquí otros «oficiantes de la duda», otros «huéspedes incómodos del lenguaje» que, a pesar de tener constancia de la evasiva naturaleza de la verdad, se obstinan en seguir buscando.
(3) Y para terminar con este final, concluyo:
La insistencia en entender, que es sin duda una forma de amar (¿acaso armar?), se hace patente en el mismo acto de coleccionar, archivar y editar estas voces. ¿Cómo explicar la violencia, la alegría, el deseo, todo eso que nos mueve, nos tira y nos jala, sin saber a dónde? Como respuesta – o al menos aspirando a responderse – las antólogas arman (¿acaso aman?) con estas letras un estado de las cosas, un presente tangible, que revelará traviesamente sus perfiles tan solo al emprender la lectura de este libro. Ya lo he dicho y lo repito, con esperanza: ojalá haya mucha gente dispuesta a intentarlo.
[blockquote align=»none» author=»»]
Sofía Irene Cardona escribe libros y enseña literatura. Ha escrito varios libros de poesía, relatos para adultos y cuentos infantiles, crónicas periodísticas, varios de ellos en colaboración con sus amigas y cómplices de la columna «Será otra cosa» del periódico Claridad. Es co-autora de Fuera del quicio (2007), Del desorden habitual de las cosas (2015) y las narraciones de No pasa nada (2020). Ha publicado los libros La habitación oscura (2006), El libro de las imaginadas (2008), Desde la quinta nube (2016) y La maravillosa visita del calzadísimo extranjero (2017). Actualmente continúa explorando las posibilidades de la literatura en proyectos varios y contribuye regularmente en el suplemento cultural “En Rojo” del periódico Claridad y en la revista cibernética 80grados con crónicas y ensayos sobre actualidad puertorriqueña y literatura.
[/blockquote]
1 comment
[…] Sofía Irene Cardona (Octubre 2023) «Sobre el colofón del Cuaderno: Debates Culturales en Puerto Rico (1995-2015)» en Revista Siglo 22. URL: https://sigloxx22.org/2023/10/31/sobre-el-colofon-del-cuaderno-debates-culturales-en-puerto-rico-199… […]