Nadie soñó jamás con crear literatura eléctrica. Menos aún leer libros sin tinta. Más hoy en día existe literatura electrónica. Emoción expresada en binarios.
El uso de libros electrónicos ocurre como una tendencia irrefrenable para un mercado mundial que se estima será de $19 mil billones en 2026. En 2022 Amazon encabezaba la lista como principal publicador de e-libros, por encima de 12 de las casas editoriales mayoristas de impresos en Europa y Estados Unidos. Y es que hay demanda porque existe un nuevo tipo de lector para el novel medio narrativo virtual.
En realidad, la tendencia hacia el libro digital lleva ya seis décadas de evolución y como todo en el ciberespacio, lleva distintos nombres técnicos para el mismo concepto. Estos incluyen literatura digital, escritura por ordenador, tinta electrónica o ciberliteratura. Algunos iniciados simplemente le llaman: e-lit.
Irónicamente, cada día estas creaciones literarias serán menos textuales. Llevarán cada vez más expresiones multimediáticas como lo son sonidos digitalizados, video, iconografía e ilustraciones que deben dar mayor disfrute al lector con menor uso de palabras. Es una literatura realizada no solo como afán de expresión, sino modificada adrede para ciertas plataformas cibernéticas que las cargan a su mayor esplendor y funcionalidad.
A los amantes del verbo escrito, la nueva modalidad les pudo resultar algo frustrante. Inverosímil. Pero ya está ahí y permea los amplios corredores del ciberespacio. Por añadidura, ofrece un largo alcance como nunca para cualquier autor. Un e-libro tiene posibilidad de ser leído a través de todas las zonas de tiempo del planeta. En 2022, 4.9 millones de personas entraron a la Internet, un 26 por ciento de esa cifra en Asia solamente. En América Latina, el número de usuarios en las redes electrónicas fue de 533 millones. Puerto Rico registró 1.2 millones de cibernautas, uno de los más altos del Caribe solo superado por Republica Dominicana con 8.2 millones de conexiones.
Por tanto, la Gran Malla es un espacio de trabajo literario masivo. De rigor, la narrativa multidimensional es a su vez hipertextual, lo que es como decir, palabras con vivacidad cibernética. Esa literatura sin tinta asigna al lector un papel más activo que su contraparte tradicional porque además de leer el texto, el diletante explora afluentes y tangentes sonoras y visuales propiciadas por la interactividad tecnológica del medio. Un cruce híbrido entre la palabra tradicional y la realidad virtual.
Si están bien hechos, los textos con palabras animadas contienen enlaces cibernéticos con otras dimensiones informativas. Al momento podemos describir algunos tipos de digitalización literaria, aunque surgen constantemente innovaciones, hasta dos a tres al año. Así de acelerado va el ritmo de los avances en este campo de la narrativa virtual.
Hay géneros como la poética combinatoria, ficción hipertextual, o la ficción interactiva. Está la poesía cinética, novelas interactivadas mediante mapas, paisajes, o eventos históricos. También hay libros académicos en redes, es decir investigaciones eruditas o creaciones literarias hechas en formatos virtuales de modo colectivo e entrelazados con lectores cautivos, casi siempre estudiantes.
También hay una ristra de creaciones literarias de menor orden para juegos de video que es hoy día toda una nueva industria imaginativa, si no morbosa por su catálogo de acción sangrienta, dragones y bestias míticas o leyendas letales. Hay hasta cuentos y poesías “publicadas” en plataformas tan visuales y auditivas como Youtube. Video poesía, o poemas visuales, le llaman. En Twitter existen micro bitácoras literarias, o novelitas en serie como hilos de diminutos relatos. Incluso, hace par de años un autor español (Diego Buendía – 2014) colocó todo el texto de El Quijote en Twitter desglosado en trocitos literarios. Tardó dos años y requirió 1700 twits. En otra red social, el tag #Booktok, una nueva variante dentro de la red social china TikTok, alega tener 94 mil millones de vistazos para estas fechas (fines de 2022).
Son novedosas expresiones, muchas de ellas en fases experimentales que igual que la lírica del reguetón, son, por supuesto, de otra calaña. Maridajes de tecnología con algún grado alto o bajo de imaginación binaria.
La nueva literatura digital trae al lector a una especie de novedosa complicidad entre contenido, emoción y autor, una aventura sensorial que los libros previos a la Internet no ofrecían. Por lo demás, todo lo de la literatura tradicional sigue intacto, excepto el proverbial olor a tinta. Y es que los inventores de los nuevos formatos digitales saben que es difícil cambiar de golpe manías lectoras como es tener un libro físico en la mano, acariciar la portada, apreciar la buena encuadernación, agradecer el imprimátur, oler el rastro de los tipos movibles. Sin embargo, sabemos que ya existen libros electrónicos que pasan páginas de modo virtual y tabletas de lectura que simulan páginas de papel, al menos en sonido.
El desguace en la casa editorial
Debido a la infiltración de la alta tecnología digital en la producción de libros, las casas editoriales sufrieron un tremendo vuelco en sus modelos de negocio desde finales del siglo pasado. En tiempos medievales de la literatura digital, es decir, del 1980 hasta principios del siglo 21 cuando apenas surgía la Red como fenómeno de comunicación de masas, no era prestigioso publicar un libro por cuenta propia o en formato digital. Es decir, huérfano de una casa editorial. Al presente, hacerlo es casi una necesidad.
Y es que, desafortunadamente, las prestigiosas y tradicionales casas editoriales no vieron venir el gran vuelco que tecnologías como Publisher e Indesign en Estados Unidos, Quark en Canadá, ePub, WordPress, y otras causarían a la industria. Peor aún, arrastraron los pies para adaptarse a la nueva realidad del mercado literario que impuso el hipertexto. Cuando al fin lo hicieron, ya cientos de avezados técnicos iban a toda marcha en la publicación y distribución en línea de modo barato, eficiente y sin intermediarios.
Es sabido que publicar un libro a través de una gran casa editoral puede ser un proceso de años con la intervención de agentes literarios, la mercadotecnia, editores, correctores de texto y de estilo, diseñadores gráficos, compositores de texto, maquetadores. Finalmente, impresores y empresas de distribución y cobro de ventas. Hoy existen sobre mil plataformas tecnológicas que lo hacen todo bajo un mismo techo. Amazon Kindle, Apple iBook y Google Books dominan los campos de venta del e-libro. Introdujeron el Kindle y los Ipads como sustitutos del libro impreso, artefactos capaces de guardar una pequeña biblioteca de libros en sus memorias. Este nuevo modelo ofrece a los autores retener hasta el 60% al 80% de sus regalía versus el 10 al 15% bajo las antiguas casas editoriales.
La pandemia del 2019 y las contracciones en los presupuestos de las editoriales universitarias dieron impulsos adicionales a la publicación en línea. Hoy en día, casi todas las publicadoras en línea tienen su propia tienda virtual de libros o el autor puede descartar toda la logística anterior y distribuir su obra en formato de PDF desde su propio portal, o una bitácora personal (blog). Esas son las nuevas normas y no hay cuidado que perder. La alta tecnología lo propicia de modo eficiente y a escala global. Otros de los atributos de las editoriales digitales es que hacen la distribución y cobro del libro desde
su propia plataforma. Por supuesto, siempre es bueno ayudar a regar la voz a través de las redes sociales, otra dinámica a la cual se han tenido que ceñir los ciberautores de la era informática.
En el tema de la auto publicación, en enormes mercados como Inglaterra y Estados Unidos las ventas son ya el 25% de la industria. El autolibro dio un salto de 200% de prevalencia desde el 2017, llegando a registrarse 800 mil e-libros “publicados” por sus propios autores. Es menester anotar que muchos son de baja calidad editorial o de promoción personal.
El digilibro como carta de presentación
La literatura universal que corre por las venas de la Internet ya no es de grandes literatos u obras artísticas de profunda inspiración. La tecnología digital ha puesto el proceso editorial al alcance de todos, tanto para buenos contenidos como para lo banal. Muchos autores que jamás soñaron con la posibilidad de que una editorial los tomara en cuenta,
hoy en día se dan a conocer entre las numerosas comunidades virtuales del ciberespacio hasta con un mero folletín digital.
Hay al menos cuatro motivaciones para que una persona publique su libro electrónico: mostrar al mundo pericia profesional, compartir sus conocimientos, llevar su experiencia a generaciones contemporáneas y futuras. La cuarta y principal es promover su empresa por todo el amplio espectro del ciberespacio, más allá de lo efímero de las redes sociales.
El secreto es hacerlo con tono humanizado para que llegue al corazón de sus lectores. Hay otras mil plataformas cibernéticas para lograr este tipo de expresión “literaria” de autobombo. Irónicamente, es hoy en día uno de los géneros al tope del interés de los ciberlectores.
Si se teje una historia humana, inspiradora, con gotas de sabiduría, experiencias aprendidas, lucha contra adversidades y triunfos insospechados puede resultar en un buen libro testimonial de amplia venta. Hay que anotar que un bestseller en la Web, pueden ser mil ediciones en un mes.
Hay que apretar la letra
A menos que sea en el estilo de un nuevo tipo de literatura digital que se denomina “forma larga” y que es para lectores especiales, la escritura electrónica de promo o mejoramiento personal debe –a consejo de expertos en arquitectura informática— ser breve y al asunto. Ese dictamen proviene de la corta atención que padecen las nuevas generaciones de
lectores digitales. Cifras básicas ponen el lapso de atención medio como de 30 segundos entre los jóvenes de 12 a 18 años y de 60 segundos entre los adultos de hasta 50. Los lectores más persistentes son los cibernautas mayores de 60 años que permanecen espabilados hasta tres a cinco minutos antes de distraerse o aburrirse en el ciberespacio. En esencia, una buena comunicación digital debe retener un tema unitario, contener mucho interés humano, evitar desenfoques de la narrativa. Todo apretado y al grano.
Después de todo, la literatura digital no es nada más que un fundir de metadata (XML), palabras y códigos binarios en un amalgama semiótica.
Sin embargo, en la Gran Malla hay espacios de alto vuelo y existen expeditos y eficientes plataformas que reúnen contenidos de calidad. Un ejemplo es la Electronic Literature Collection (ELC3), una plataforma conjunta de Canadá y Estados Unidos para obras digitales escritas en formatos de tecnología libre y estilos audiovisuales. Otra es la Sociedad Lunar donde se recopila poesía virtual de gran creatividad, entre ellos obras pioneras del formato digital como bien lo explica el profesor Leonard Flores, director en 2016 del Departamento de Inglés de la Universidad Estatal de los Apalaches en 2016. Flores fue instrumental en el montaje de una red de cultivadores de literatura digital en América Latina y el Caribe.
Debido a que la gran mayoría de los autores en la Internet carecen de destrezas para programar o codificar sus contenidos en lenguaje de máquinas, se depende de plataformas preconfiguradas. Están las bitacortas de WordPress, Scrivner, Twine, ePUB, issuu.com y la de scribd.com , entro otras.
El autor virtual ya existe…
Bots literarios, algoritmos de contenido, aprendizaje profundo de máquinas, inteligencia artificial, redes neurales robóticas… son nuevos conceptos tecnológicos recién añadidos al arsenal de la literacidad digital. Designan funciones cibernéticas y, a pesar de su novedad, ya cargan un amplio legado de producción creativa. Manejan máquinas, o mejor
dicho, programaciones de máquinas capaces de crear música, arte plástico y ahora, poesía y lírica. Ya hay novelas escritas mediante AI. Son de mala calidad, pero las máquinas están diseñadas para aprender rápido de los humanos, de sus sistemas neurales. Algún día no lejano habrá un bestseller producido por una mente robótica. Pero… ¿Qué será de los poetas naturales?
La tendencia comercial de estos bots creativos es hacia la personalización de la música, la pintura y lo literario, Es decir, es software capaz de producir expresiones artísticas diseñadas para una persona u objeto en particular. Quizás una canción de cumpleaños particular, biografías, trazos de músicas para una ocasión especial, dibujos que capten una personalidad o un evento, etc. Por lo pronto, estas tecnologías funcionan solamente mediante percepción de datos. Usan enormes archivos de conocimientos o creaciones ya existen para recrear una nueva realidad por pedido.
Por ejemplo, aiva.com recurre a una base de datos de 30,000 piezas musicales magnificas que ya guarda la humanidad. Otras como Mozart Code o Musenet usan miles de canciones de corte popular para generar sus propias composiciones. De igual forma ocurre con los programados que generan textos, por ahora mayormente diseñados para mensajes de negocios, por lo que carecen de calidad literaria. Al menos, por lo pronto.
Hay que anotar que la contraparte de percepción inteligente es la creatividad y los bots del AI están todavía muy lejos de igualar la imaginación humana. Siquiera la de un Mozart en su infancia o, en el caso de literatura universal, un Kafka pubescente.
Igual que la autoría, la literatura en la Internet democratizó la critica de libros. Era una profesión en manos de expertos de los diarios y revistas impresas. Ahora, son los propios lectores los que opinan sobre sus libros favoritos. Lo hacen en plataformas especializadas como Booktubers, GoodReads, Bookstagrammers, en Entrelectores, o en sistema de lectura en línea por suscripción como Scribd, Medium y en Amazon Books. Estas opiniones establecen rangos, no ya de libros más vendidos, sino de los más leídos.
Otra innovación es el audiolibro con formato digital, así como el videolibro, y los libros en forma de mensajes de texto en redes como Twitter, etc. Hay libros por demanda en la Web y el modelo de literatura por suscripción en línea. Incluso, se pueden rastrear libros por intensidad emocional en plataformas como Buscador emocional (rocalibros.com). Otras variantes incluyen clubes de lectura virtuales a través de los cuales los lectores reciben en su casa una edición especial seleccionada por personalidades reconocidas como Mario Vargas Llosa o Patch Adams. Véase: TAG Livros: Clube de Assinatura de Livros.
Para lectores melindrosos, académicos o profesionales de la industria del libro surgieron las plataformas como Thebookseller.com que da un perfil de cada libro digital y de autores. Este, Words Without Borders , es el principal destino para una conversación literaria global. Fundada en 2003, anuncia su misión como la de ampliar el acceso a la escritura internacional mediante puentes virtuales entre lectores, escritores y traductores. Da atención a escritores que escriben en dialectos y lenguas aborígenes, que usualmentecarecen de editoriales comerciales. Tiene además un componente educativo para las aulas del Tercer Mundo con enlaces a 140 países y 40 mil alumnos.
América Latina es prolífera en la producción literaria; hasta 100 mil títulos al año. Empero, las editoriales tradicionales siempre han tenido tres grandes agravantes para hacer llegar sus libros a los puntos de venta. Mencionamos la variedad de la moneda continental, el proteccionismo fiscal para evitar fuga de divisas, y el transporte del libro en papel. En Argentina, por ejemplo, puede costar tres veces más el franqueo o distribución que el precio original del libro. Llevarlo al exterior, ni se diga. Esto es algo que, en principio, podría resolver el universo digital. Sin embargo, aquí nace otra gravante. Muchos editores consideran que las plataformas de distribución en línea y los dispositivos de lectura escasean en la región. Otros temen que se trate de otro acto de dominación cultural y colonización desde el Norte por lo cual se resisten a la innovación.
Es también menester decir que hoy en día, los teléfonos móviles dan al traste contra tales resistencias.
Argentina intentó en 2015 sus propios e-readers nacionales, los Boris y Papyre con muy poco éxito comercial. A pesar de todo, existen negocios rentables de libros digitales como ”Gandhi” en México, “BajaLibros” en Argentina o “Saraiva” en Brasil. Europeana, Libranda y Bookwire, Storytel, Lost My Name, Reedsy, Wattpad, Boolino, Teksum son empresas europeas y norteamericanas que calaron bien en los mercados latinoamericanos. Entre todas hay disponible sobre 100 millones de títulos digitales. El siguiente video da un vistazo sobre el mercado de libros para latino e Ibero América.
En Puerto Rico el principal agravante durante toda la historia de la industria del libro son los costos de producción, algo que al podría al fin aliviar el concepto de lo digital. Agrava además la falta de un sistema recio de distribución de libros en la Isla. Hay cada vez menos ferias de libros de papel. La última feria del libro fue se dio en Puerto Rico en 2018. La carencia de embajadas culturales en otros países agrava el aislamiento literario Añadir a todo esto la poca difusión de la literatura en los medios informativos y el precario apoyo gubernamental, y se dibuja entonces un panorama sombrío parade la literatura universal en Puerto Rico. Por carecer también de una Biblioteca Nacional, no hay manera precisa de saber cuántos títulos se publican al año en Puerto Rico, en papel o digital. Tampoco existe una ley de Depósito Legal. No obstante, a partir de 2004 se le dieron incentivos a la industria del libro mediante exenciones contributivas y de capital, incluyendo no gravar impresos con los impuestos de valor (IVU).
Empero, como muchos países de América Latina, la gran mayoría de los lectores boricuas todavía optan por el libro impreso. En 2015, existían 44 librerías registradas en Puerto Rico, pero al menos 10 cerraron o redujeron operaciones comerciales a raíz de la situación de pandemia. Las existentes en 2022 tienen páginas en línea. Muchas de estas librerías se especializan en textos escolares, unas 15 son “cristianas”. Las principales universidades boricuas tienen editorial, pero apenas comienzan a experimentar con la publicación digital.
En el aspecto de la producción literaria digital, hay a partir de 2020 hay un desorganizado “boom” de autores que publican sus propios libros. Este aspecto no muestra una tendencia por género, temporada o sistema de distribución, pero es vigorosa. La mayoría opta por colgar sus obras en las plataformas de Amazon, Laberinto, El Candil, Libros787, oó en Bookmark en la cual conté al menos 88 obras de autores boricuas. En Librería Norberto González ofrecen por Internet sobre 120 autores locales.
Un avance reciente ha sido que el Departamento de Educación de Puerto Rico armó una biblioteca virtual como repositorio de contenido educativo en formato electrónico. Ofrece enlaces a colecciones internacionales digitalizas como Project Gutenberg, archivos de literatura hispana y de ensayistas iberoamericanos, o a la Biblioteca Digital Mundial. Esta entrevista radial del 2016 expone las tiranteces entre la producción del libro tradicional y electrónico en Puerto Rico.
Ciberpiratas literarios
La reproducción ilegal del libro digital agrava la industria del libro. Pierden ingresos y presencia tanto artistas, creadores y productores como los que distribuyen. En 2020, unos 130 mil millones de transacciones fueron hechas en sitios en la Red para piratear algún contenido. No menos de cuatro millones de e-libros son pirateados cada añno, igual que películas, videos, juegos electrónicos y canciones. Visto de otro modo, una cuarta parte de todo el tráfico diario de datos en la Internet es de cibercrimen de propiedad intelectual. Curiosamente, de los10 libros más pirateados en el mundo, ninguno es de literatura.
Un aspecto positivo de la literatura digital es la internacionalización de los autores a través de la gran Web. Además establece un sistema uniforme de producción de obras literarias mediante el sistema EPub. Una tercera ventaja esn la traducción simultánea de las obras mediante la inteligencia artificial de los navegadores. Mas, al globalizar esos modos de producción en la nube electrónica, los contenidos se abren a vulnerabilidades como es la piratería, hackeo y manipulación técnica (cambios de formatos). Es un desorden legal que no solo se ve en la literatura digital, sino sobre todo, en la reproducción de textos académicos y escolares. Por fortuna, un esfuerzo conjuntos de gobiernos pudo desmantelar en 2022 a Z-Library, el más grande depositario electrónico de textos pirateados. Se trata de una clonación colosal rusa de bibliotecas electrónicas de muchos países y universidades que contenía 11 millones de libros pirateados. También BitTorrent es objeto de intensa fiscalización en Estados Unidos.
No obstante, la Red Profunda está todavía repleta de lugares virtuales vulnerables al hurto de obras literarias y científicas aunque se da la batalla contra el hurto intelectual. Un ejemplo es la International Publishers Association (IPA), en Suiza que vigila las publicaciones en la Red a través de 89 organizaciones de 73 países de África, Asia, Australasia, Europa y las Américas.
A modo de sumario, si algo revolucionario ha logrado la literatura digital es redefinir lo que es un «libro». así como también repensar lo que es «publicar» algo. De paso, desimaginar lo que es «vender» una obra literaria. Ya no aplica el concepto histórico del libro como un conjunto de páginas entintadas entre tapas pegadas e hilo de coser. Se trata ahora de nuevos conceptos de e-libro y libro audio además de variantes en PDF o formato ePub, o Mobi. Y cada tipo de edición se “mercadea” con distintos ISBN. Las versiones electrónicas no se “publican” sino que son configuradas para la Red. Incluso, algunos “libros” son solo “publicados” en formatos digitales para “postear” entre amistades, en una red social o en una biblioteca especializada.
En fin, la literatura digital es un fenómeno cultural globalizado que yo no tiene retroceso. La estética y creatividad electrónica mediante narrativas en textos, sonoridades, visualidad e interconectividad de autor-lector todavía están en etapas experimentales. Nadie sabe al presente qué forma “final” tendrá esta novedosa forma literaria, ni siqueira cuantos
“libros” circulan en el ciberespacio.
Cada día surgen nuevas herramientas digitales y nuevas modalidades de expresión. De igual modo, cada vez la nueva narrativa se expone a nuevas vulnerabilidades y abusos legales. La calidad y funcionalidad cultural a ultranza de esta novedosa narrativa sin tinta también está por definir. Y lo máas complicado, a pesar de su globalización, la literatura virtual no es un todavía un fenómeno universal por la falta de acceso de millones de lectores a la conectividad.
En fin, todo está por verse.
FIN
REFERENCIAS
https://www.digitalbookworld.com/
https://www.internationalpublishers.org/https://electronicbookreview.com/https://eliterature.org/
https://wordswithoutborders.org/about/mission/
https://telos.fundaciontelefonica.comhttps://www.whitehouse.gov/blog/2016/02/23/https://dialogo.upr.edu/amenazada-por-los-impuestos-la-industria-del-libro-puertorriquena
https://www.degruyter.com/document/doi/10.1515/pdtc-2015-0028/html?lang=enhttps://www.tckpublishing.com/publishing-tre
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Aprecio la claridad con la que has presentado los datos, haciendo que incluso la información técnica sea fácil de entender.