Es un honor presentar este hermoso y valioso volumen. Le agradezco a Malena Rodríguez Castro y a Ivette N. Hernández Torres que hayan pensado en mí para esta importante tarea.
Soy parte de una generación de puertorriqueñes que salieron del país a estudiar y no encontraron vuelta a casa. No quiero decir que las condiciones laborales en casa no podían competir con las oportunidades en la metrópolis. Quiero decir que literalmente no había regreso. En mi caso, apostándole a la academia y al campo de la filosofía, por muchos años traté de estar tranquila con la posibilidad de que no podría regresar. Considero un pequeño milagro el haber podido hacerlo, luego de veinte años en Estados Unidos, a sumarme al departamento de Filosofía de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Volver a casa en lo que podríamos llamar, con la gran poeta Nicole Delgado, el período especial puertorriqueño es un sueño, claro, pero también una especie de acto de fe complejo, lleno de incertidumbres y de realidades muchas veces desgarradoras. Leer este volumen es situarme en debates y reflexiones que se estaban dando mientras esas condiciones tomaban forma definitiva, condiciones que del 2016 para acá se actualizaron gracias a nuevos imperativos económicos y políticos como también nuevos retos político-ambientales.
Deslindes, la segunda parte de la colección, agrupa reflexiones sobre la colonialidad, la creolización diaspórica, la anti-negritud, la caribeñidad y la moralidad de otredades caribeñas, y el arte como liberación y libertad supremamente relevantes para el Puerto Rico que nos acontece. Los textos de Julio Ramos, Ramón Grosfoguel, Francés Negrón y Chloé Goeras, Juan Flores, Ángel Quintero, Juan Carlos Quintero Herencia, Áurea María Sotomayor, Mayra Santo Febres, Elizam Escobar, Nelson Rivera y Eduardo Lalo establecen coordenadas para una reflexión sobre el Puerto Rico bajo el régimen de la restructuración de la deuda y sus mecanismos de captura; frente a una nueva ola migratoria hacia la metrópolis en respuesta a la devastación de los huracanes Irma y María y su intensificación de la crisis en curso; navegando nuevas olas de invasión y captura económica/territorial a través de diversos mecanismos, desde las exenciones contributivas hasta la ONGización de la lucha y de la producción de conocimiento; y enfrentando una producción artística/cultural con impacto global que abona a la mirada a Puerto Rico como archipiélago caribeño – con todo lo que implica, incluyendo “el Caribe” como imagen-espacio de captura, es decir, como paraíso en una economía del visitante (Marina Reyes Franco), el paraíso fiscal, la especulación con la tierra y con la vida.
No podré discutir la riqueza de los temas que encontramos en la sección y por ende, me enfoco en los antes mencionados. De hecho, los mencioné con lenguaje que tal vez utilizaríamos hoy. Empecemos con la idea de la “doble colonialidad” del caso de Puerto Rico que encontramos en el texto de Grosfoguel, Negrón y Georas. La distinción entre el colonialismo y la colonialidad es la contribución central del concepto de “colonialidad del poder” de Aníbal Quijano, como he recalcado en otros textos. La colonialidad se refiere al orden racial articulado por la historia específica de conquista y borradura indígena, cautiverio y esclavitud africana que sirvió de matriz para lo que se conoce hoy como las Américas. Nombra una “jerarquía” racial que sobrevive el colonialismo como subordinación jurídico-política. Quijano señala que, en América Latina, este orden racial se perpetúa inicialmente en procesos de independencia. La condición colonial, sin duda, continúa a través de modos de control económico metropolitano. Sin embargo, el hecho de que las élites locales blancas y blanco-mestizas consolidaron su poder negociando con la metrópoli y despojando poblaciones racializadas en el contexto de proyectos anticoloniales reproduce este orden racial en un contexto supuestamente poscolonial. La distinción colonialismo-colonialidad responde a este predicamento, atestiguando la captura de la imaginación y el deseo incluso de proyectos políticos que fundamentalmente cuestionan el orden capitalista colonial, como también he escrito en otros contextos.
Grosfoguel, Negrón y Georas argumentan que en el caso de Puerto Rico hay una doble colonialidad – el estatus colonial, como territorio no-incorporado sujeto a la voluntad del Congreso de los Estados Unidos y la colonialidad de las élites criollas – blancas – del país que controlan a través de su poder económico, político y cultural incluyendo algunos proyectos nacionalistas. Pensar a Puerto Rico desde este concepto me parece crucial, aunque, como he argumentado, debemos explorar cómo se ha actualizado esta relación doble a través de aparatos como la deuda. De hecho, examinar cómo funciona la colonialidad en la colonia, actualizando incluso la relación colonial/territorial y no sólo actualizando el orden racial evidente en la metrópolis y en el archipiélago, nos urge. Nos urge porque cualquier proyecto de descolonización debe velar por interrumpir en vez de replicar el orden racista de la modernidad capitalista colonial. Debe construir otra vida.
Desde esta perspectiva, Deslindes recoge ensayos vigentes, de hecho, cruciales hoy. Los ensayos de Juan Flores, Ángel Quintero y Juan Carlos Quintero Herencia, como el de Julio Ramos, contienen un importante debate sobre la creolización, para usar el término que Flores toma prestado de Édouard Glissant, diaspórica. Aquella noción de creación de mundo desde, no sólo a pesar, la ruptura ontológica del Pasaje Medio, aquella violencia fundadora del mundo moderno capitalista, aquel barco-matriz, según Glissant, cobra nuevo significado en la relación compleja de la diáspora caribeña y la tierra de origen. El Caribe (hispano) se articula desde Nueva York con la salsa. La mezcla y remezcla produce el origen otra vez, según Flores. Quintero añade el poder de la salsa como alternativa afrocaribeña ante los procesos homogeneizadoras del capital. Si tiene el poder de hacer nacer una vez más la idea de Caribe, del hogar que es Puerto Rico, lo hace como resistencia a la gesta totalizadora de la modernidad occidental.
Pero es este mismo el argumento que problematiza Quintero Herencia, llamando la atención a lo que percibe como una moralización, añado, política de las “otredades caribeñas.” Quintero Herencia argumenta que el afuera del cimarronaje representa una romantización de una pureza de lo que no es moderno que deja de prestar una mirada crítica a las complejidades del texto salsero – cómplice a veces también de reproducir el orden racial, cisheteropatriarcal y de clase distintivo de la colonialidad. Mirar este debate hoy día sería importante, pero los términos, en mi opinión, serían otros. No es tanto una supuesta romantización o una supuesta pureza de la cultura popular implicada en un binario estático que nos debe hacer pausar. Más bien, su captura para la continuidad del proyecto capitalista colonial desde su promesa de resistencia nos debe alarmar o, por lo menos, hacer reflexionar. La neutralización del poder de resistencia que Flores y Quintero trazan en la cultura popular, especialmente afrocaribeña, a través de su mercantilización por/en una nueva versión de la economía política colonial (desde la deuda, el capitalismo del desastre, la ONGización) me parece crucial.
Aquí el texto de Mayra Santos Febres es esencial, de hecho, magistral. Ella no usa el lenguaje del racismo anti-negro ubicuo hoy, pero su texto apunta a la jerarquía racial que gobierna la colonialidad en la colonia. La construcción del imaginario de la nación como una ‘democracia racial’, una ‘mezcla de tres razas’ donde el racismo es algo del pasado, es interrumpida en su reflexión sobre la negritud como folklore. La negritud, la afrocaribeñidad, en Puerto Rico, se hace presente a través de la “preservación de la identidad racial,” a través del folklore, congelando las comunidades afroboricuas en el “pasado.” La intervención de Santos Febres no plantea la representación cultural, aun cuando la misma es sumamente importante. Rescatar el presente de las comunidades afroboricuas es hacer visible su rol central en y para la actividad “tecnológica, científica, jurídica, artística y letrada” del país hoy, interrumpiendo la mirada “antropológica” que perpetúa el orden racial nacido del complejo trata-plantación. El texto de Santos Febres es crucial para pensar prácticas culturales y políticas que no hagan operar esa mirada antropológica incluso cuando lo que está en juego es potenciar el poder político de la resistencia y fuga del orden de lo instaurado por la trata y la plantación. Y aunque lejano en su tema y enfoque, dicha intervención dialoga de manera interesante con el ensayo de Elizam Escobar en su reflexión sobre el arte como liberación y como libertad. Esta desarrolla una crítica al arte como “poder ideológico del mito social.” Son textos con referentes y fines muy distintos, pero sostienen una conversación sobre la producción artística-cultural también como poder de mitificar, congelar, reificar. Hoy ese diálogo sería productivo para pensar la colonialidad en el contexto artístico cultural, especialmente cuando hay renovado interés en el caribe puertorriqueño.
Se quedan muchos temas sin discutir, especialmente en relación con la tercera sección que nos acerca a la realidad del Puerto Rico que nos acontece. Espero que estas reflexiones hayan generado curiosidad y un deseo de explorarlos en su propio encuentro con este formidable volumen.
REFERENCIAS [1] Marina Reyes Franco, “Trópico es político: Arte caribeño bajo el régimen de la economía del visitante” (Americas Society y Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico, 2023). [2] Grosfoguel, Negrón-Muntaner y Georas, “Beyond Nationalist and Colonialist Discourses: The Jaiba Politics of the Puerto Rican Ethno-Nation,” Cuadernos, pp. 256 y siguiente. [3] Este párrafo es una versión de texto de mis escritos “Organizing Pessimism Redux: A Response,” en diálogo con Agustín Laó-Montes, Judy Rodríguez y Ernesto Blanes sobre mi libro Colonial Debts: The Case of Puerto Rico por salir en la revista Small Axe y “Coloniality in the Colony: A Response,” en diálogo con Marisol LeBrón, José Atiles Osoria, Jason Cortés y José Caraballo-Cueto en Dialogues in Human Geography 13:1 (2023). La traducción de Roque Salas Riveras, Deudas coloniales: el caso de Puerto Rico, fue publicada por Editora Educación Emergente en 2022. [4] Aníbal Quijano, “Colonialidad del Poder y Clasificación Social,” Festschrift for Immanuel Wallerstein, Journal of World Systems Research 2 (2000). [5] Véase “Organizing Pessimism Redux” y “Coloniality in the Colony.” [6] Véase especialmente Édouard Glissant, Poética de la relación, trad. Senda Inés Sferco y Ana Paula Penchaszadeh (Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2017). [7] Vea los ensayos de Flores y Quintero. [8] Vea Flores, “Creolité en el barrio: la diáspora como fuente y desafío.” [9] Quintero, “‘De el Pablo Pueblo’ a ‘La Maestra Vida’: Mito, historia, y cotidianidad en la expresión salsera,” Cuadernos, p. 295. [10] Ibid. [11] Quintero-Herencia, “Los rigores del sabor,” Cuadernos, p. 305. [12] Ver ibid., especialmente p. 315. [13] Ver Santos-Febres, “La pesadilla del folklore,” Cuadernos, p. 335. [14] Ibid., p. 337. [15] Ver Elizam Escobar, “La batalla fingida: econarcisismo o transfixión,” Cuadernos, p. 362.
[blockquote align=»none» author=»»]Rocío Zambrana es profesora de filosofía en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Escribe sobre las bases epistémicas e histórico-materiales de la modernidad capitalista y su orden sexo-genérico y racial, especialmente desde el pensamiento y la praxis descolonial, particularmente en el contexto del capitalismo financiero en el Caribe. Es autora de Hegel’s Theory of Intelligibility (Chicago UP, 2015) y Colonial Debts: The Case of Puerto Rico (Duke UP, 2021), traducido por Roque Salas Rivera como Deudas coloniales: El caso de Puerto Rico de Colonial Debts (Editora Educación Emergente, 2022). Es además co-editora de Hypatia: A Journal of Feminist Philosophy y co-editora de la serie of Constelaciones de filosofía feminista (por salir con Herder). También ha sido columnista para 80grados. Zambrana recibió su Doctorado en Filosofía de la New School for Social Research en el 2010, y fue profesora de Filosofía en la Universidad de Oregon (2010-2019) y en Emory (2019-2023) antes de unirse al Departamento de Filosofía de la UPRRP en el 2023.[/blockquote]