El 11 de mayo de 1930, el Lcdo. Pedro Albizu Campos se dirigió a la Asamblea organizada por el Partido Nacionalista de Puerto Rico en el Ateneo Puertorriqueño y, haciendo referencia al desbarajuste en el que se encontraba el partido, denunció la actitud sumisa que venían asumiendo algunos de los líderes del Partido. Este sentenció: “Hay que acabar con este nacionalismo de cartón y hay que un nacionalismo de verdad, de acción, informado de un espíritu de sacrificio y de patriotismo acrisolado”. 1 En dicha , Albizu Campos fue electo presidente del Partido Nacionalista. El líder terminó la actividad exigiendo entre los asistentes el siguiente juramento de honor : “Juremos aquí solemnemente que defenderemos el ideal nacionalista y que sacrificaremos nuestra y nuestra vida si fuera preciso por la independencia de nuestra patria.” 2 A partir de ese momento, todo aquel que quisiera en el Partido Nacionalista de Puerto Rico debía comprometerse, mediante juramento, a utilizar todos los medios posibles dar la vida- para alcanzar la independencia de Puerto Rico. Como nuevo presidente, Albizu Campos, según indica el líder nacionalista Ramón Medina Ramírez, se dedicó a reorganizar el Partido “sobre nuevas pautas de acción revolucionaria”. 3 Como parte de dicha estrategia señaló que utilizaría todos los medios pacíficos para resolver el problema colonial de la isla, pero advirtió: “Si no se nos oye, recurriremos a las armas.” 4
Albizu planteó nuevamente la tesis de la nulidad del Tratado de París, la cual venía desarrollando, por lo menos, desde 1926. Como abogado conocedor del Derecho Internacional, concluye que la presencia de los Estados Unidos de Norteamérica, en Puerto Rico, era ilegal. Según él, la Carta Autonómica de 1897 significó la soberanía de Puerto Rico, y nos asignó un lugar en el mundo de las naciones. 5 Para él, la Carta Autonómica evidenciaba que Rico había alcanzado su condición de estado-nación independiente y, por lo tanto, la presencia del imperio norteño en una nación soberana violaba el derecho internacional porque no estaba fundada en el consentimiento de los puertorriqueños. 6 La ausencia del consentimiento por parte de la nación independiente, cedida ilegalmente como botín de guerra, hacía que el Tratado de París fuese nulo bajo las reglas del Derecho Internacional. Dicha ilegalidad legitimaba todas las formas de lucha que podía utilizar una nación oprimida e intervenida para rescatar su soberanía. 7
La organización militar de los diferentes cuerpos se llevó a cabo en muchos pueblos de la Isla. A manera de ejemplo, el domingo 6 de noviembre de 1932, se celebró una asamblea de los miembros de la juventud nacionalista en Bayamón, en donde decidieron organizarse militarmente, bajo el nombre de “Compañía Medina González”, en honor al anciano nacionalista Julio Medina González, y la oficialidad quedó constituida. Como capitán fue seleccionado el joven Elías Beauchamp. Él provenía, como muchos nacionalistas, de un hogar de escasos recursos económicos. Su padre era agricultor y cuando Elías finalizó sus estudios estuvo dispuesto a quedarse ayudándolo en sus faenas agrícolas a lo que se opuso el señor Beauchamp, quien contestó a la noble actitud de su hijo: “Ya ves como vivo, mi hijo”. 11 Sabemos que Elías tuvo diferentes oficios, trabajó con el Lcdo. Leopoldo Santiago, después trabajó con “Tabacaleros de Bayamón”, también trabajó con “J. Ramírez e Hijo”.
Como parte de las transformaciones, el Partido Nacionalista comienza a organizar el Cuerpo de Cadetes de la República. Según nos informó el nacionalista Estanislao Lugo, los cadetes recibían la instrucción militar “como si fuera un pelotón del ejército”, pero con mandos en español. 8 Tenían un uniforme que utilizaban para las actividades nacionalistas, que consistía de pantalón blanco, zapatos negros y camisa negra de manga larga, la cual simbolizaba el luto de la patria por la opresión colonial del Norte. 9 Albizu sugiere organizar a los cadetes ya que, desde su óptica militar y revolucionaria, consideraba que los jóvenes estaban indisciplinados, que debían mejorar su condición física, y que era necesario estimular en ellos la devoción a la Patria, y para ello, consideraba que era de suma importancia la instrucción militar. Dijo: En 1930 ( debió decir 1931) organizamos la juventud nacionalista en una agrupación conocida por Cadetes de la República. El propósito fue aumentar la disciplina, mejorar la condición física de los miembros del partido y estimular la devoción hacia la patria.
Porque nuestra juventud estaba indisciplinada. Hemos tratado de inculcarle el respeto alos padres, hacerle comprender el derecho de los demás, de ejercitarla en las disciplinas de la religión y de la moral; y se le ha enseñado a demandar el sagrado derecho de la libertad patria. 10
El 2 de octubre de 1933 llegó a Puerto Rico el militar estadounidense Francis Riggs para ocupar la jefatura de la policía colonial. Meses después, el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Franklin Delano Roosevelt, nombró a Blanton Winship, otro militar estadounidese, como gobernador de la colonia. Ambos militares de mano dura se encargarán de mantener la estabilidad colonial a cualquier precio. Con esto en mente, se dedicaron a reforzar y a militarizar la policía de Puerto Rico, y pusieron manos a la obra para acabar con el Partido Nacionalista. Así comenzaron los intentos de asesinato contra Pedro Albizu Campos.
La represión incrementó. Por ejemplo, el 24 de octubre de 1935, cuando un grupo de jóvenes militantes del movimiento nacionalista entre los que se encontraban: Ramón S. Pagán, Eduardo Rodríguez Vera, Pedro Quiñones y Dionisio Pearson, se trasladaban en automóvil por la calle Brumbaugh cerca de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, un contingente de setenta policías los detuvieron y abrieron fuego contra ellos. A pesa de que el automóvil se dirigía en dirección opuesta a la universidad, los oficiales pusieron como excusa para detenerlos que los nacionalistas se dirigían a bombardear la universidad.
Todo parece indicar que la policía buscaba a Ramón S. Pagán por delatar la conspiración que fraguaba el gobierno junto a algunos nacionalistas para asesinar a Albizu Campos. El único que quedó vivo fue Pearson, quien resultó gravemente herido. José Santiago Barea, Sargento de los Cadetes de la República de Ciales, quien se encontraba en Río Piedras al momento de ocurrir los sucesos, al percatarse que la policía le estaba disparando a sus compañeros, fue a socorrerles y abrió fuego contra los oficiales. Luego del intercambio de disparos, fue perseguido y después de un forcejeo, fue asesinado por la policía. Este suceso se conoce en la historiografía puertorriqueña como la “Masacre de Río Piedras”. Ningún policía fue acusado por la matanza, ya que fueron exonerados por el fiscal Marcelino Romaní; sin embargo, el único sobreviviente del bando nacionalista, el jóven Dionisio Pearson fue víctima de la represión colonial contra el nacionalismo revolucionario, lo arrestaron y acusaron de asesinato, atentado a la vida, portación de armas e infracción a la ley de explosivos. 12 Albizu Campos fue el abogado de Pearson durante el juicio y logró que lo exoneraran.
Luego de la matanza, el coronel Riggs le declaró públicamente la guerra al Partido Nacionalista cuando dijo “¡Guerra, guerra, guerra!”. La Junta Nacional del Partido Nacionalista, por su parte, en reunión extraordinaria conjunta con las Juntas Municipales, repudió los asesinatos contra sus miembros y le indicaron a Riggs: “Recogemos el guante. Guerra, guerra, guerra contra los yanquis.” 13 Como consecuencia de la matanza, Pedro Albizu Campos pidió a los nacionalistas que asistieron al entierro de los cuatro jóvenes un juramento para que la matanza no quedara impune. Además, demandó al Procurador General para que radicara acusaciones contras los policías que habían asesinado a los nacionalistas, pero esto, como indicamos, no ocurrirá.
En la Magna Asamblea del Partido Nacionalista de Puerto Rico, celebrada en Caguas en diciembre de 1935, se presentó una resolución que solicitaba que fuera obligatorio –para los afiliados mayores de 18 años– el pertenecer al Cuerpo de Cadetes de la República. Esta fue una reacción ante los intentos de asesinar a Pedro Albizu Campos y a la Masacre de Río Piedras. La resolución fue aprobada como mecanismo de “defensa nacional inmediata”, y el partido decretó que los nacionalistas tenían que enlistarse en los Cadetes, entre los días 7 y 22 de enero de 1936. Como parte de las transformaciones, se reorganizó el “Estado Mayor del Ejército Libertador”. Éste quedó compuesto por Pedro Albizu Campos, Comandante en Jefe; Rafael Ortiz Pacheco, Coronel de Infantería e Instructor General y Julio F. Velázquez, Ayudante del Instructor General y Mayor de Infantería. Como parte de sus tareas, procedieron a reorganizar el movimiento. Por ejemplo, el 11 de febrero de 1936 nombraron al joven Hiram Rosado como Comandante y lo incorporaron al Estado Mayor en calidad de Comisionado Especial. 14
Rosado nació en Quebradillas. Empezó sus estudios en Lares y completó la escuela superior en Yauco. Su padre, Francisco Rosado, era policía. Gracias al esfuerzo de su padre, Hiram logró estudiar en la Universidad. Estudió en los Estados Unidos en Rider College, de Trenton, de donde se graduó de administración comercial. Cuando llegó a Puerto Rico, quiso seguir el camino de su padre e hizo los sesenta días que se exigen de prueba para ser policía. Sin embargo, devolvió el uniforme y la placa porque ese no era un campo propicio para sus ideales. Trabajó en el Departamento de Educación, y en el de Estadísticas. Se conoce un texto escrito por él en el cual expone su compromiso con la Revolución como vía para alcanzar la independencia de Puerto Rico: “Ante el dolor de la patria esclava el sufrimiento personal nos empequeñece y olvidando nuestras dichas allegamos toda nuestra fe y nuestro valor y vamos derecho hacia la acción revolucionaria definitiva que ha de restaurar la República de Puerto Rico.” 15
Casi tres meses después de la Masacre de Río Piedras, el domingo 23 de febrero de 1936, el comandante Hiram Rosado, junto a Elías Beauchamp, entendiendo que eran soldados al servicio de la defensa de la Patria, buscando vengar a sus compañeros nacionalistas y para que ese crimen no quedará impune, llevaron a cabo el ataque que le dió muerte al Coronel y jefe de la Policía Insular al que consideraban el tirano responsable de la matanza de Río Piedras.
Según la historiadora Marisa Rosado, el ataque ocurrió de la siguiente forma: “Hiram Rosado se apostó cerca del mediodía frente a la imprensa de “Romero y del Valle”, en la Calle Allen (hoy Fortaleza) esquina del Callejón Gámbaro. El Coronel Riggs acostumbraba tomar esa ruta de regreso a su residencia en El Escambrón, luego de asistir a misa en la Catedral de San Juan. Ese domingo, como otros, Riggs en el asiento delantero de su automóvil marca Packard, tablilla G.I.11, salía de San Juan acompañado por su conductor, el policía Ángel Álvarez. Al llegar a la esquina de la Calle Allen y Callejón del Gámbaro, a un bloque del Teatro Municipal Tapia, Rosado le salió al paso
disparándole dos veces con una pistola calibre 38. El chofer se detuvo y observó que Rosado trataba de continuar disparando pero el arma le amarraba el fuego. Avisó a gritos al policía de turno frente al Teatro Tapia para que persiguiera a Rosado, mientras dirigía el automóvil hacia la calle Recinto Sur, donde desembocaba el Callejón Gámbaro. Al llegar a la esquina vio a Rosado tomar un automóvil rojo de servicio público. El conductor de Riggs se abalanzó sobre el carro, logrando detenerlo, procediendo a arrestar a Rosado. Mientras lo arrestaba, se acercó al carro de Riggs el joven nacionalista Elías Beauchamp. Riggs estaba fuera del automóvil hablando con un testigo del primer atentado, Rafael Andréu. Beauchamp impecablemente vestido de blanco, no levantó sospechas de Riggs y acercándose a éste le dijo: “ Yo lo vi todo, Coronel, yo lo vi”. 16
Otros policías habían llegado al lugar y procedieron a arrestar y conducir a Rosado al Cuartel de la Policía en la Calle de San Francisco. Al momento de Riggs abordar de nuevo su automóvil, invitó a Beauchamp a entrar al carro para conducirlo al Cuartel de la Policía en la Calle de San Francisco. Al momento de Riggs abordar de nuevo su
automóvil, invitó a Beauchamp a que entrase también al carro para conducirlo al Cuartel a que testificara lo que había visto. En ese momento, Beauchamp sacó su arma, disparando contra el Coronel dos veces, perforándole el cráneo, e hiriéndole en el pecho y la mano derecha. Beauchamp intentó retirarse disparándole a los que le seguían y entró al almacén Rodríguez y Palacios, en la Calle Tetuán número 29. Allí la policía le dio alcance usando la violencia para someterlo a arresto. Beauchamp les dijo: “Suéltenme, no se apuren. Que yo no voy a disparar contra mis hermanos puertorriqueños. Yo sólo mato americanos. Al Coronel Riggs lo maté, porque era un sinvergüenza y por el asesinato de Río Piedras. 17
Albizu Campos no ordenó la ejecución de Riggs, ni participó en la conspiración para llevarla a cabo. Según Juan Antonio Corretjer, quien para ese año era uno de los líderes del Partido Nacionalista, Albizu Campos solamente tomó el juramento y esperó: “Un día en diciembre le advertí la posible inmediatez del acto. No hizo comentario. Volví a advertirle en enero. Un poco enfadado me dijo:- no quiero volver a oírlo”. 18
El asesinato de Riggs fue planificado por ambos Rosado y Beauchamp, y posiblemente con la cooperación de Corretjer, así lo da a entender el “poeta nacional”, cuando señaló en una entrevista lo siguiente: “Pero mi experiencia en Cuba me había enseñado que se pica y se desaparece. Y el plan del proyecto de ajusticiamiento de Riggs fue ese, que cada cual hecho lo suyo se iba. Beauchamp mató al Coronel Riggs y se fue”. 19
Luego de matar a Riggs, ambos jóvenes son atrapados, transportados a una oficina del cuartel de la policía, y asesinados. La oficiales alegaron que tuvieron que dispararle a los jóvenes porque supuestamente éstos tomaron unas carabinas que se encontraban en un escaparate de la oficina. Por dichos asesinatos, los policías no cumplieron cárcel porque el gobierno colonial los protegió y el juez Berga emitió su determinación de absolución de los policías acusados del asesinato de ambos jóvenes. 20 Treinta y dos años después de ocurrir los hechos, el periodista Enrique Ramírez Brau, quien era amigo del Coronel Riggs, confesó en sus memorias que fue testigo del asesinato de Beauchamp y Rosado por parte de cuatro policías: Al darme cuenta que habían matado a Riggs me dirigí al Cuartel de la calle San Francisco y entré a la habitación de la Detective la cual cerré. Detrás de mí caminaba por el pasillo del cuartel el policía Velázquez, quien traía preso a Beauchamp. Desde la oficina de la Detective vi cuando sentaban a Beauchamp en una silla, junto a otra silla que ocupaba Rosado. Como Velázquez prolongaba su conversación con los dos asesinos, desde la Sala de Retén, una voz le llamó la atención, diciéndole “también te vas a quedar ahí”. Velázquez, presuroso, abandonó la Sala de Armas. Yo me había parado sobre una mesa y por el enrejillado vi la ejecución de Beauchamp y Rosado. Cuatro policías tomaron parte en la muerte de ambos nacionalistas.” 21
Al ser arrestado, Beauchamp posó para una fotógrafía, donde se le ve vestido de blanco, haciendo el saludo militar, como señal del cumplimiento de su deber como Cadete de la República.
Antes de ser asesinado, según el periódico El Imparcial, Beauchamp dijo: “ Disparen para que vean cómo muere un hombre”. Según el nacionalista Paulino Castro y Juan Antonio Corretjer, la ejecución de ambos patriotas fue ordenada por el Coronel Cole, Jefe del Regimiento 65 de infantería de los Estados Unidos. 22 La prensa del país condenó la ejecución de los jóvenes nacionalistas. Por ejemplo, el periódico El Imparcial, publicó un Editorial culpando al Gobernador Winship por lo ocurrido y por los abusos que se estaban cometiendo contra los miembros del Partido Nacionalista. 23 Hay que resaltar que los policías que estuvieron involucrados en el asesinato de Rosado y Beauchamp salieron absueltos a principios de 1937.
En el entierro de Beauchamp y Rosado, Albizu Campos ensalzó la figura de ambos por cumplir con el juramento: “Ha caído señores, un tirano que se llama el Coronel Riggs a quien Dios perdone por los crímenes que perpetró en Puerto Rico.” También dijo: “El asesinato de Río Piedras fue su obra. […]
Los puertorriqueños , aquí reunidos [en el cementerio] a fines de octubre, vinieron a jurar venganza del asesinato de Río Piedras, y estos dos valientes que aquí yacen nos dicen que el juramento en Puerto Rico es válido y está sellado con sangre inmortal.” 24
Elías Beauchamp e Hiram Rosado se convertirán para los nacionalistas en héroes que debían ser emulados. Julia de Burgos, líder del Partido Nacionalista, participará del culto a ambos jóvenes homenajeádolos con el poema titulado “Hora Santa” 25:
Caístes abatidos por manos homicidas
de seres que han nacido en vuesto patrio hogar
de seres que creístes hermanos; ¡Parricidas
que vuestras juventudes no osaron respetar!
Y aquí, cada cerebro se agita estremecido
ante el contacto tierno de dos almas valientes
que han señalado la hora de la REVOLUCIÓN.
Hasta la muerte de Riggs, el Jefe de la Policía Insular había sido el “S-2” de las Fuerzas del Ejército de los Estados Unidos en Puerto Rico o un oficial retirado del Ejército Regular, sin embargo, a raíz de la muerte del Coronel, el Gobernador seleccionó un puertorriqueño.
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BIBLIOGRAFÍA 1 “La Asamblea General Nacionalista de Ayer”, en Benjamín Torres, recopilación, Pedro Albizu Campos, Obras escogidas 1923-1936, Tomo I, (San Juan, PR: Editorial Jelofe, 1975), p. 84. En el texto está escrito ‘acrizolado’. La sustituimos por “acrisolado”, como se dice correctamente. 2 Ibid., p. 87. 3 Ramón Medina Ramírez, El Movimiento Libertador en la Historia de Puerto Rico, (San Juan, PR, 1970), p. 94. 4 “Gaceta Oficial”, El Nacionalista de Puerto Rico, 29 de agosto de 1930, p. 1. 5 José Juan Rodríguez Vázquez, El sueño que no cesa. La nación deseada en el debate intelectual y político puertorriqueño 1920-1940, (San Juan, PR: Ediciones Callejón, 2004), p. 173. 6 Ibid., p. 199. 7 Ibid. 8 Entrevista personal al señor Estanislao Lugo, Cadete de la República, celebrada 18 de noviembre de 2007, en San Juan, Puerto Rico. 9 Juan Antonio Corretjer, Albizu Campos (Montevideo: El Siglo Ilustrado, 1969), p. 74. 10 “Albizu Campos, Líder Borinqueño...”, La Acción, 28 de noviembre de 1936, p. 8. 11 “Interesantes detalles de la vida privada de Elías Beauchamp”, El Imparcial , 26 de febrero de 1936, p. 5. 12 Tomado de Marisa Rosado, Pedro Albizu Campos, las llamas de la aurora. Un acercamiento a su biografía (San Juan, Puerto Rico: 1998), p. 210. 13 Ibid. p. 209-210. 14 Véase copia del documento en Ibid., p. 213. 15 “¿Qué patria libre puede hacerse en esa forma?”, El Imparcial, 2 de marzo de 1936, p. 21. 16 Marisa Rosado, op cit., p. 212-214 17 Ibid. 18 Juan Antonio Corretjer, El líder de la desesperación ( Guaynabo, Puerto Rico: 1978), p. 38. 19 Copia en CD de entrevista hecha a Juan Antonio Corretjer en 1982. 20 Manuel Moraza Ortiz, La Masacre de Ponce (Hato Rey, Puerto Rico: Publicaciones Puertorriqueñas, 2001), p. 34. 21 Enrique Ramírez Brau, Memorias de un periodista (San Juan, Puerto Rico: 1968), p. 51. 22 Marisa Rosado, “El juicio de los asesinos de Beauchamp y Rosado”, Claridad, 16 al 23 de febrero de 1995, p. 16. 23 Marisa Rosado, Op cit., p. 215. 24 Marisa Rosado, Op cit., p. 218. 25 Juan Antonio Rodríguez Pagán, La Hora Tricolor: Cantos revolucionarios y proletarios de Julia de Burgos ( Humacao, PR.: Editorial Cundiamor, 1992), p. 16.