A una madre proletaria
Son dos, valen por mil,
valen por uno,
valen por cinco.
Y tras su clamor incesante
late el rigor con que has seguido tu paso,
complejo, decidido,
tu pugna con lo injusto
y con la mera posibilidad
de errar inconscientemente
o precaver desmedidamente.
Decidir, amar, decidir.
Uno, cinco, mil. Son dos:
Forjas y forjarán,
permaneces y no se irán.
En el deber de las sangres
pulsa el deber de las conciencias.
Temores, victorias, tropiezos;
la marcha es continua.
Hoy sonríen, mañana gritan,
ayer se riñeron y jueza fuiste.
El trabajo que te construye
los volverá observadores precisos,
y los hará protagonistas
del anhelo y de la verdad.
Escribes en sus libros
páginas hermosas y conflictivas.
Ellos terminarán su texto,
crearán su estilo
y serán libres.
°°°°°
Navajas
Navajas las palabras,
en cada extremo tus dedos
escriben textos nunca leídos,
efectos jamás sentidos.
Mi piel es un papel
que ya no está en blanco,
que se amarilla cada segundo,
que muestra tachaduras
borrones y manchas indelebles.
Escribes.
Siento grafemas
nunca imaginados,
oraciones intensas,
inconcebibles,
que redimen mis neuronas.
Cortas incisiva.
Creas alevosa, feliz, leal.
Todas mis tintas te han pertenecido
porque nunca supe manejar el lenguaje.
Seré, hecho por tus navajas,
página que suma páginas,
dedos, trazos,
tu diseño inaudito,
mi placer absoluto.
°°°°°
Resucitar
A veces resucito.
Alejado, a tientas muerto,
pasa el mundo y desconozco el tiempo.
Entonces te escucho.
Fuerte y claro
denuncias el error de los pasados,
la sinrazón de los presentes,
la imprevisión de los futuros.
Me resucita tu furia.
Te escucho entonces escucharte.
Clara y serena
cedes,
aceptas tu humanidad,
conoces los límites de tu voz,
entiendes tus propios calvarios
y no los niegas.
No actúas ciegamente:
pensamiento, impulso, acción.
Has concebido el sacrificio
de la razón misma
porque entiendes que es amor
y la voluntad regenera su cauce.
Alejado, a tientas,
mis errores y tribulaciones
me han encerrado en muchas tumbas.
Y a la sazón, súbitamente,
te apoderas de mi mente
y sé que resucito
porque destruyo el tiempo,
descorro las palabras,
y siento la Verdad.
FIN
José E. Santos (1963, San Juan), es catedrático del Departamento de Estudios Hispánicos del Recinto de Mayagüez de la UPR. Es poeta, narrador y ensayista. Es autor de Los Viajes de Blanco White (narrativa), Al margen, la glosa (ensayo) y Diálogos en el museo y otros poemas, entre otros.
1 comment
[…] José E. Santos (diciembre 2022) “Poemarios Siglo XX” en Revista Siglo 22. URL: https://sigloxx22.org/2022/12/26/poemarios-sigloxx/ […]