¿Por qué será que el vacío nos llena tanto?
Por siglos
nos hemos llenado de vacíos
Creamos fórmulas y certezas
creemos que ese es el siempre nuestro
pero siempre
es también futuro
Siempre es mucho
más que pasado.
Náusea de ciudad
En este país
hemos cruzado tanto
los dedos
que terminamos cruzando
los brazos…
Tarjeta postal
El señor de la calle
se ve distinto
lo afeitaron al ras
el rostro y la cabeza
sigue sentado donde siempre
frente al correo
—como un meme de Facebook—
duerme frente a una mueblería
desde la acera
mira la alumbrada vitrina
muebles, enseres
la ilusión de una casa
frente a la cual duerme
todas las noches.
Cartografía
Soy una navegante renacentista
en busca de canela y pimientas;
una ruta,
nuevas especias,
tu cuerpo.
Lo declaro reserva y patrimonio,
catedral de contemplación;
me arrimo
alucinógena y enternecida
y prometo excavar en tus oídos,
sanarte,
sanarme,
oír, y que me oigas,
así.
Algo como esto
podría ser bandera,
podría ser proclama,
podría ser.
Permitirme poblarte
así
aquí
ahora.
Sembrar un imperio en tu labio inferior,
un castillo oriental,
murallas
de electricidad colorida
que adviertan:
“precaución: estallidos lumínicos
pueden cegar al primer beso”
(la advertencia será para mí;
como sabes, tengo mala memoria
y todos tus besos serán el primero,
no porque no los recuerde,
sino porque se sienten igual).
Al menos tengo el mapa
—los lunares—
puntos de partida
navegación
y recorrido
en busca de pimienta y canelas,
nuevas y viejas especias.
II
Una bruja, siempre es una bruja,
en los cuentos de Disney.
No me escapo de esa narrativa;
la campanita exige
que pase la página.
Pero me detengo sobre el mapa.
La campanita vuelve, y la vocecita pregrabada insiste:
“soy la narradora de cuentos de Disneylandia…
hay que dar vuelta a la página
cuando escuchen a Campanita,
el hada de Peter Pan,
tocar sus campanitas así…”.
En medio de espejismos
me empeño en las coordenadas
sigo los lunares constelaciones;
tal vez una tormenta
me arrastre a un costado fortín
y oiga rumba al amanecer.
“¿Cómo lo supiste?”, te pregunté;
pero pensaste que le hablaba a la Luna…
En cada puto cuento de Disney
tiene que venir una bruja siempre,
llenarte de dragones
y atosigarte de trampas.
Una bruja llega con veneno
Escucho a Campanita,
el hada de Peter Pan,
tocar sus campanitas así…
Todas mis expediciones
mi búsqueda de especias
parten desde allí.
Por siglos
nos hemos llenado de vacíos
Creamos fórmulas y certezas
creemos que ese es el siempre nuestro
pero siempre
es también futuro
Siempre es mucho
más que pasado.
Náusea de ciudad
En este país
hemos cruzado tanto
los dedos
que terminamos cruzando
los brazos…
Tarjeta postal
El señor de la calle
se ve distinto
lo afeitaron al ras
el rostro y la cabeza
sigue sentado donde siempre
frente al correo
—como un meme de Facebook—
duerme frente a una mueblería
desde la acera
mira la alumbrada vitrina
muebles, enseres
la ilusión de una casa
frente a la cual duerme
todas las noches
Cartografía
Soy una navegante renacentista
en busca de canela y pimientas;
una ruta,
nuevas especias,
tu cuerpo.
Lo declaro reserva y patrimonio,
catedral de contemplación;
me arrimo
alucinógena y enternecida
y prometo excavar en tus oídos,
sanarte,
sanarme,
oír, y que me oigas,
así.
Algo como esto
podría ser bandera,
podría ser proclama,
podría ser.
Permitirme poblarte
así
aquí
ahora.
Sembrar un imperio en tu labio inferior,
un castillo oriental,
murallas
de electricidad colorida
que adviertan:
“precaución: estallidos lumínicos
pueden cegar al primer beso”
(la advertencia será para mí;
como sabes, tengo mala memoria
y todos tus besos serán el primero,
no porque no los recuerde,
sino porque se sienten igual).
Al menos tengo el mapa
—los lunares—
puntos de partida
navegación
y recorrido
en busca de pimienta y canelas,
nuevas y viejas especias.
II
Una bruja, siempre es una bruja,
en los cuentos de Disney.
No me escapo de esa narrativa;
la campanita exige
que pase la página.
Pero me detengo sobre el mapa.
La campanita vuelve, y la vocecita pregrabada insiste:
“soy la narradora de cuentos de Disneylandia…
hay que dar vuelta a la página
cuando escuchen a Campanita,
el hada de Peter Pan,
tocar sus campanitas así…”.
En medio de espejismos
me empeño en las coordenadas
sigo los lunares constelaciones;
tal vez una tormenta
me arrastre a un costado fortín
y oiga rumba al amanecer.
“¿Cómo lo supiste?”, te pregunté;
pero pensaste que le hablaba a la Luna…
En cada puto cuento de Disney
tiene que venir una bruja siempre,
llenarte de dragones
y atosigarte de trampas.
Una bruja llega con veneno
Escucho a Campanita,
el hada de Peter Pan,
tocar sus campanitas así…
Todas mis expediciones
mi búsqueda de especias
parten desde allí.
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Alexandra Pagán Vélez tiene publicados: Otro duelo (poemario gráfico, 2022), horror-Real (cuentos2016, 2021), Del Alzheimer y otros demonios (híbrido, 2014), Relatos de domingos (2014), Amargo (cuentos, 2014; edición de autora, 2019) y Cuando era niña hablaba como niña (poesía, 2014). Ha colaborado en las antologías Ciencia fricción, Más que islas, Aquelarre de cuentos, A toda costa, Plomos, Convocados, Los rostros de la hidra y Los otros cuerpos. Su blog es http://alexandrapagan.blogspot.com/.
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