“… en función de ello la palabra ‘Revolución’ ha tenido otro sentido, un acento diferente de aquél que ha tenido siempre en la historia, donde las revoluciones, por definición, no son nuevas. Desde siempre, los poderes no han terminado más que por las revoluciones. La Revolución, así con una gran R, no dio cuenta, quizá, temprano, que está ligada a algo nuevo que se puntúa de lado de una cierta función del saber, algo que ocurre, que la hace, a decir verdad, poca manejable de modo tradicional”. Lacan, Sem. 16 (19-03-69).
«Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente. Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar». Marx y Engels, Manifiesto del Partido Comunista, 1848…
“A menudo cito a Walter Benjamin cuando decía que ‘cada ascenso del fascismo da testimonio de una revolución fallida’. Esto quizá sea más pertinente hoy de lo que ha sido nunca”. Žižek, Pedir lo imposible…
Introducción
Es posible una Revolución del NosOtros
En Chile hoy acontece un proceso revolucionario y que por lo mismo hay muchos que lo niegan, lo denigran, le temen, lo quieren manipular, etc., y esto ocurre porque no se quiere cambiar la estructura misma que ha organizado a Chile por décadas y que, por ejemplo, Patricio Guzmán lo muestra de forma magistral en su reciente La cordillera de los sueños (2019). Y no lo quieren cambiar por muchas razones, en especial, para que todo siga siendo igual y el país siga siendo un país de pocos, gobernados por los mismos, sin que pierdan sus privilegios y sin pedir perdón por tanta destrucción que han generado por décadas, ya de vidas humanas, ya del propio Chile, ya en las lógicas mismas que han generado de privatización de todo lo humano y lo natural o, si se quiere, de una privatización de lo real mismo. Es el delirio del Capitalismo más nihilista jamás inventado y que ha generado tanto daño por décadas. Y la pregunta que emerge si es posible una revolución en estos tiempos; una que ni la Escuela de Frankfurt ni los “amarillos” chilenos quieren y que siempre buscan desprestigiar; no solamente la derecha es conservadora, sino también la socialdemocracia, que desde su falso centro político pontifica sobre las bondades del sistema y del reformismo (“Gatopardismo” de tomo y lomo). El caso chileno indica que estamos en un proceso revolucionario a la altura del acontecimiento y por lo mismo ya acontece una revolución, más allá de las críticas de uno u otros.
Tratemos de pensar, siguiendo a Lacan y contra Lacan (y también con Hegel, Marx, Nietzsche, Lenin, y Žižek), esa única Revolución posible: la que se escribe con mayúscula; la que lleva dentro de sí lo nuevo y que en Chile se realiza y actualiza en el cuerpo de millones. Y, además, intentemos reflexionar, a lo mejor contra el mismo Lacan (y contra Žižek), esa revolución del joven Marx como Revolución (con mayúscula), esto es, la del proletariado que intenta dar con lo nuevo “a pesar de” (trotzdem) tanto poder y Amo que nos subyugan y que en Chile es pan de cada día; y que nos lleva a volver desde dónde salimos, a saber, un mero cambio de un Amo por otro Amo (es la horrorosa circularidad de la nefasta repetición que está en la base de múltiples formas de patriarcado y que hoy vemos con su fuerza virulente en la guerra ucraniana). Intentemos pensar un proletariado más allá de esta trampa burguesa (porque el sujeto revolucionario hoy es otro); más allá de Lacan, Kojève y Žižek. Lacan es muy claro y duro en su visión anti revolucionaria con (minúscula); siempre tiene en mente la Revolución Rusa como algo que fue solamente totalitarismo y le dio más poder al Capitalismo y en Mayo del 68 que era como un grito “juvenil-masa” que buscaba otro Amo que lo sometiera (era otra revolución más atrapada en las redes del Capitalismo y así se vio lo que pasó en octubre del 2019 por el establishment conservador: una estallido social de jóvenes burgueses): “Si tuviera un poco de paciencia y si quisiera que mis impromptus continuaran, les diría que la aspiración revolucionaria sólo tiene una oportunidad de culminar, siempre en el discurso del Amo (muerte). Es lo que nos ha robado la experiencia. A lo que usted aspira como revolucionario, es un Amo. Lo tendrá”[1]. En este texto no hablaremos de esa “revolución”, sino de la Revolución. No hablaremos de la revolución que quiere revolución, sino de la Revolución que libera nuestro deseo, nos libera a nosotros mismos de esas cadenas capitalistas. Y así se abre la posibilidad del NosOtros en y desde Chile que está cambiado “a pesar de” tanta resistencia rancia del mundo conservador (ya no se puede decir solamente derecha, porque también es la socialdemocracia, y también muchos de cierta izquierda que no quiere cambiar su modo de gobernanza).
Este texto quiere expresar, de forma simple, cómo desde ese simple “Evadir” el pago del Metro de Santiago de Chile por parte de cientos de jóvenes que devienen un tipo de “Joker” (el de Todd Phillips), en octubre de 2019, se generó algo que se está volviendo en una cierta Revolución en Chile (con la llegada al gobierno de Boric y su equipo y el Proceso Constituyente que se realiza) y espero que esto se contagie a otras regiones del continente y que incluso llegue a Europa como un nuevo “espectro” que llega al viejo continente; lo cual era impensable hace un par de años: ya para Chile, ya para Europa y el planeta. El chileno como cualquier ciudadano de este planeta ya no puede seguir tratando de llevar una vida como si no pasara nada en su entorno social y, además, en su propia existencia, porque a diario es capturado radicalmente por una ideología hacendal capitalista y nihilista. No se puede vivir en el olvido, nos pierde;por lo mismo, un proceso educativo tiene que actualizar nuestra memoria reflexiva y crítica para poder transformar verdaderamente lo social (véase, el emotivo documental El silencio del otros de Almudena Carracedo y Roberto Bahar, 2018). Ante un diario vivir en que nos sentimos no solamente abandonados por la institucionalidad, la que ha sido absorbida por el Capitalismo (el experimento chileno de la aplicación brutal del modelo de Chicago a un país destruyó toda la institucionalidad, ni el anarquismo, ni el trotskismo ha podido lo que generó el amor incestuoso entre Chicago y Pinochet), sino además violentados por ella, nos levantamos como un nuevo sujeto revolucionario, un sujeto que hoy se expresa como tejido socio-histórico en múltiples materialidades desde Arica a punta Arenas (no olvidar que Gabriel Boric es de Punta Arenas e Izkia Siches de Arica); es este tejido el que se articula por distintos momentos, desde el anárquico al constituyente como un poder transformador que nos acontece a todos. Y en tal articulación se va derrumbando cierta institución que se nos volvió perversa en su represión contra todos NosOtros (una represión brutal en las calles y otra silenciosa y perversa por décadas); la democracia que estaba tan segura en su doble carácter de representativa y liberal, se abre camino a una nueva mutación, por la cual ahora se pretende ser parte activa de ella. Y para eso debemos co-diseñarla entre todos NosOtros.
1
No queremos más Estado-nación europeo
Estamos en tiempos muy difíciles para millones de humanos en el planeta; la guerra de Ucrania como expresión del Capitalismo hacendal-patriarcal de siempre (patrones de hacienda que luchan por sus territorios), la Pandemia de la Covid-19 ha llegado desde Oriente y, por lo que se ve, para quedarse un tiempo muy largo en América latina (ahora estamos en procesos endémicos pero los muertos continúan). Además, ha llegado en tiempos del Capitalismo más global e imperialista que se recuerde (por ejemplo, el Imperio inglés de la Reina Victoria es minúsculo al lado de lo que hoy impera) en todo el planeta y, en especial, en nuestro continente. No hay espacio que se le resista a su dominación soberana: ni empírico, ni virtual, ni inconsciente. Todos los territorios se disputan. Todo se ha vuelto en un territorio que produce y distribuye capital: ¡Todo!… Todo territorio está en tensa disputa, esto es clave para entender no solamente lo de Ucrania, sino lo de la OTAN misma (que nunca quiere desaparecer). En especial, el territorio inconsciente (esto es patente en lo de Ucrania y los medios de comunicación masiva con CNN, BBC, The Guardian, The New York Times, etc. y las distintas rrss como Instagram, Facebook, etc.), pues ganando esa “batalla” es más fácil poder ganar la “guerra” por el capital. En el humano que somos, y “demasiado humano”, en esa producción y distribución de capital es obvio que nos producimos y nos distribuimos a nosotros mismos como productos; y en ello nos vendimos, nos traicionamos (esto fue lo que pasó en Chile por décadas con el experimento de Pinochet y es lo que se revierte hoy mismo). Nos volvemos en mercancía y el mundo en mero mercado; y la verdad en reconocimiento narciso que genera más valor agregado y, por ende, se acumula todos los días. Y en esta acumulación, que se vuelve inalcanzable como el “infinito malo” de Hegel, cada humano se siente solamente su “yo” (el “invento” más grande jamás creado y realizado por Europa y que ahora los mismos europeos le temen); un yo que todo lo puede (no solamente liberal sino todo poderoso), y que anhela infinitud; un yo que se “inventa” la Naturaleza para hacerla trabajar para así, como la “hacienda” de América latina. El yo moderno europeo, para dominar, necesita lo que es dominable: eso inmediato que está delante de cada uno de nosotros: ha nacido la Naturaleza (que no tiene nada que ver con la experiencia de la naturaleza, por ejemplo, de los mapuches, nada que ver con Abya Yala, ni menos con la physis griega, etc.). Y así se realiza un yo dominador en la hacienda natural ya no solamente latinoamericana, ni europea, sino global. Y en esa hacienda-naturaleza todo queda bien determinado. Todas las posiciones del tablero están como ontológicamente determinadas. En la hacienda no hay nada que no lo vea el patrón (y pase por su decisión), el gran señor, el nuevo dios en la tierra. Y todo lo demás es servidumbre; pensemos, por ejemplo, en Brasil, en Colombia, en Chile. Y esto fue lo que reventó en Chile. Está haciendo de suyo se nos vuelve patriarcal, como lo muestra en su obra Rita Segato.
Ya estamos en esa “invención de la naturaleza” que lleva la “invención de la hacienda”. Es el capitalismo hacendal. No hay nada que acontezca en la hacienda que no sea para el beneficio del amo. Y allí se “inventa” todo el sistema patriarcal, por excelencia, de este capitalismo latinoamericano. En esa hacienda patriarcal se va construyendo día a día un cierto tejido socio-histórico que, como dije, pende siempre del amo: es un nosotros” que busca reconocimiento del amo para tener éxito y poder albergar dentro de la hacienda su propia hacienda y así acumular (es tan patético como decir que el humano de la hacienda es como Gollum, que quiere el anillo solamente para mirarlo). Ese “nosotros” pende de lo que sea, pero de algún amo debe estar sujeto. Y allí surgen las “instituciones hacendales” naturalizadas de este capitalismo patriarcal: Chile exporta ese tipo de instituciones a toda América latina (Colombia, Perú, El Salvador, Brasil, etc.). La institucionalidad patriarcal de este capitalismo hacendal debe funcionar siempre de la mano de la violencia (estamos aburridos de golpes de estado, de estados de excepción, de campos de concentración, etc.). Y ahora espero que exporte “Convenciones Constitucionales” (el significante Asamblea Constituyente no gusta porque se asocia a Venezuela; que es la bestia negra de toda izquierda mundial).
Y toda hacienda está cerrada respecto de un afuera, de un posible enemigo exterior; y, radicalmente, cerrada al interior; por un posible y peor enemigo interno (Schmitt constituye los cimientos propios de este tipo de Estado hacendal patriarcal). La hacienda tiene doble cerradura. Y por eso la violencia para mantener la cerradura, a saber, la militarización, se vuelve necesaria. Ella funciona día a día. Para mantener el orden por el “bien de todos”. El amo no solamente es patriarcal y patrón y lo domina todo, sino que es soberano. Su soberanía debe estar articulada por la militarización. La cual también es doble. Es una militarización real y efectiva con un sistema de represión constante y de intimidación ya hacia afuera como hacia adentro. Y también, y esto es más importante, para militarizar necesita militarizar a los peones, siervos, dominados de la hacienda. Ellos mismos deben estar sometidos a esa militarización y buscarla, ejercerla, quererla, pedirla. Y así, por ejemplo, funcionaba Chile día a día, hasta que todo cambió en octubre del 2019 con el inicio sistemático de las revueltas sociales. Y eso aceleró la caída del sistema capitalista. Y de allí la militarización capitalista ha intentado resistir el cambio, hasta con ayuda de la Pandemia y sus restricciones por el “bien” de nosotros.
Para que la militarización opere, es menester más que nunca, que se construya todo tipo de lenguaje que permita generar al enemigo, en especial, al enemigo interno. A ese posible enemigo también se le inventa. Y para ello la chapuza del lenguaje, de los medios de comunicación, de las redes, de las conectividades, de la publicidad, etc., es fundamental. La chapucería es necesaria para mantener como los romanos a los peones del sistema satisfechos; el circo ha llegado, “Bienvenido míster Bolsonaro, Piñera, Duque, Bukele, etc.” (imitadores del ex Emperador Trump). En esa chapuza total que tiene mil rostros y se da por todos los territorios vivimos día a día. Es el capitalismo hacendal militarizado chapuza. Otra invención humana que llegó para quedarse y que sus mutaciones son momentos para ir haciendo más infalible el sistema. Estamos ante el “Laberinto del Capitalismo”, porque cuando creemos salir seguimos dentro y, a veces, estamos más dentro que nunca. Cuando pensamos que estamos saliendo nos hemos vuelto a meter dentro o, a lo mejor, nunca hemos salido (es una trampa). Y lo que es más horroroso, somos nosotros mismo los que mantenemos al laberinto funcionado; somos sus operadores, somos ese “hilo de Ariadna” del Laberinto.
El “Laberinto de Ariadna” se muestra en uno de sus rostros como el “Estado-nación”. Nos hemos dado una de las formas de organizarnos más delirantes y nocivas para la humanidad y que no tiene nada que ver con NosOtros. ¿Cómo es posible? Es tan simple que los que tienen el poder dominante y someten a otros. ¿Es así de sencillo y esto no ha cambiado desde la Antigüedad? Pero ¿es posible pensar esto en nuestros días, en donde se reclama más Estado para todos? ¿Es posible pensarlo en América latina? ¿Es posible pensarnos sin el Estado-nación europeo? Y más en estos tiempos de pandemia. A lo mejor esa es la respuesta. Con la pandemia todos pedimos más Estado para tener en lo público: ya en la sanidad, ya en la educación, ya en la alimentación, ya en lo laboral, ya en lo que sea, un sostén que nos permita vivir o por lo menos llegar a fin de mes (o a fin de un mísero día; la pobreza en nuestra región es cruel e inhumana). Al parecer esa ficción del Estado-nación es una necesaria y permanente abstracción. Pues el Estado es para los que nacen en la hacienda (para ellos; así como los antiguos feudos europeos), y por eso el Estado siempre lleva dentro de sí la violencia contra todo lo distinto (debe expulsarlo), en especial, contra sus “hijos”, porque la paradoja es que debe reprimir a sus propios “hijos” por querer ser libres. Y el Estado, por tanto, vela por la esencia identitaria de la hacienda y para ello la violencia institucional, es necesaria para mantener sometido a sus hijos y/o eliminar cualquier forma de resistencia de ellos que pueda socavar la identidad nacionalista, esa identidad inmediata y naturalizada que nos constituye abstractamente. Y es eso lo que buscamos que nos salve en tiempos de peligro. El Estado es el que queremos para que nos ayude en la pandemia y cuide de nosotros: es un Estado que se comporta como madre, es un Estado-naturaleza (por eso Capitalismo ahora se viste de matriarcado de los cuidados: la Banca salvará países, empresas, humanos). Bendita pandemia para que el Estado se vuelva más necesario y tratemos de encadenarnos felizmente a él (ella); y así viviremos en la no libertad, la de ser esclavos fieles a la hacienda (zombis), pero cubiertos de nuestras necesidades. Entre la que más nos importa: la propia vida. El Estado es un buen “invento de Ariadna”, porque nos evita pensar y vivir desde nuestra propia finitud, nuestra mortalidad radical que se nos impone todos los días desde nuestra tierra latinoamericana. El Estado, el enemigo de la libertad, es buscado libremente porque no sabemos qué hacer con nuestra libertad; una libertad que nos estructura y nos da pánico. Y en tiempos de pandemia esto aumenta con creces. Y esto sucede porque el incesto entre Pinochet y la Escuela de Chicago generó el sueño del anarquismo, esto es, eliminar el Estado porque todo está privatizado y las instituciones están coludidas por los privados.
2
Somos Arthur Fleck
Joker no es solamente un film (Todd Phillips, 2019) sobre un clásico enemigo del Cómic de Batman; sino que es la puesta en escena de un malestar que emerge en todas partes y por razones distintas, unas razones, aparentemente, de poca importancia (la subida de los 30 pesos en el Metro de Santiago, el problema del alza de los combustibles en Francia, etc.) y otras veces por asuntos radicales (Hong Kong ya no puede con la represión perversa de China, Quito y su pueblo se resiste a la implementación del “Modelo Chileno” en sus vidas, Cataluña y sus Presos Políticos, etc.). Un malestar que opera en un doble registro; uno inconsciente y otro político (a la vez lo más singular y universal). Así como en Rey Lear de Shakespeare lo que acontece en el atormentado personaje es, a la vez, expresión de lo que ocurre en Ciudad Gótica, brillante expresión de la Ciudad de Hoy (una No-Ciudad; me-polis como diría el filósofo español Félix Duque); y esto también dicho de forma contraria; lo que acontece en Ciudad Gótica es expresión de la vida de Arthur Fleck (el verdadero nombre, como sabemos, del Joker).
Sin embargo ¿qué sucede desde una de las perspectivas de la historia, desde la vida de Arthur? ¿Cualquier Arthur? ¿Somos todos caras de Arthur? ¿Unos más que otros? ¿Somos esos payasos? ¿Esas caras de payasos? (siempre detrás de ese payaso estadounidense se esconde el payaso, por excelencia, del Capitalismo mismo, esto es, la comida chatarra de McDonald’s que nos enferma día a día). No entraré en muchos detalles del film (para los que no lo han visto), pero sí diré que muestra cómo opera el aparato capitalista en lo más propio de cada uno, esto es, en nuestro más íntimo cuerpo, en nuestro más radical inconsciente, en nuestro deseo: opera triturándolo, devastándolo, intoxicándolo, llenándolo de resentimiento, enloqueciéndolo, abandonándolo completamente, etc. Uno se queda solo echado a su suerte (la que sea para salir adelante; la mejor es la salida de gozar en el negocio y así tener las condiciones materiales para hacer lo que quiera, esto es, lo que quiera el Capitalismo; nuestro Amo, dicho en lacaniano). Y así en este Capitalismo institucional y violento de los mandatos constantes de: “¡Emprende negocio!” y “¡No pares de gozar en tu soledad abandonada precaria y narcisa!”, acontece el temor a uno mismo, en tanto que Otro y en ello a todo Otro. Estamos echados a nuestra suerte y el miedo nos lleva al Lado Oscuro de la Fuerza y Arthur comienza su devenir, en su miedo radical; un devenir que se vuelve imparable. Nuestro miedo nos transforma día a día. Y poco a poco acontece Dioniso entre todos y se empieza a revertir la situación.
Entonces en este Capitalismo del mandato nuevo del: ¡Teme! y que ahora acontece a nivel planetario en donde la era de la oscuridad acecha y la humanidad vota por la “sin razón” (que tiene “su” razón que lo explica; sus lógicas que lo expresan)[2], vota por la farsa, por la chapucería como salida posible al estado de la cuestión capitalista: el que no tiene dinero vota por millonarios: Piñera, Macri, Trump, Mitsotakis (por los múltiples empresarios a lo Wayne); el afroamericano vota por el que odia a los afroamericanos como Bolsonaro, millones de mujeres votan por el que no respeta a las mujeres como Trump (quien mientras estuvo en el poder desestabilizó el planeta entero), el comunista vota por Marine Le Pen, el ciudadano de mundo, el romano, vota por el provinciano Salvini, el votante de Podemos de Madrid vota hoy por Vox, el que odia el Capitalismo de USA lo único que quiere es que Venezuela se parezca a USA, etc. La vía estúpida, totalmente estúpida y chapuza, y el horror para vivir “seguro” y “ahí”, en ese lugar privilegiado, emprender sus negocios y así gozar y ser feliz. Y así la oscuridad fascista militarizada y chapuza de la hacienda capitalista se da en todos los territorios[3]: el más peligroso de ellos y, a la vez, el más expuesto es, como señalé, el territorio inconsciente. Estamos siendo colonizados por medio de nuestro inconsciente. En él habita y reina lo político, pero en Chile no pudo el generado de miedo, nuestro Voldemort, generar los votos para salir como presidente y, con esto, destruir la Convención constitucional. Kast, a diferencia del resto de los países, fue detenido abruptamente y el joven Boric, como personaje de Maquiavelo de los Discorsi, tuvo la suerte y la virtud de ganar y con él se volvió expresión de un modo distinto de gobernanza, que al parecer no quiere reproducir el patriarcado, sino que se mueve en una lógica, como diría Lacan, del no-todo, esto es, abierta, femenina, no cerrada, ni totalitaria, no hacendal, sino de uso con Otros, de un NosOtros.
3
El Joker todavía no es la Revolución del NosOtros
Allí el Joker muestra su lado más capitalista, pues, aunque esté reconstruyendo con otros la institucionalidad aparentemente desde cierto anarquismo, lo que hay es siempre el abandonado y desamparo total del Joker quien no deja de ser un niño trágico que busca ser feliz; lo traumático capitalista lo constituye (esto es típico hoy en día, y no solamente en Chile). Pero no puede, siempre está solo y por eso incluso puede eliminar hasta los que son parte de su grupo criminal familiar (como lo vemos en el film de Nolan). Siempre vive como un niño no querido y maltratado desde su infancia por su propia madre perversa adoptiva. Esa madre no solamente es la madre de carne y hueso, sino que es clara expresión de la misma Gótica y de nuestras ciudades actuales, como dije. Joker en su violencia es expresión de la propia violencia que le han ejercido por décadas. Joker no tiene salida alguna; su propia violencia estocástica, su propia potencia creadora, es la destrucción no solamente de lo establecido, sino de cualquier forma de vida; incluso la suya, pues no deja de sufrir como un niño abandonado y trágico que cuenta malos chistes.
El Joker es un niño liberal capitalista que ríe, baila y destruye; pero es un liberal. Su dolor es más fuerte que cualquier construcción permanente de un NosOtros. Su venganza hacia toda institución no le da la fuerza para crear o regenerar un tejido socio-histórico y menos ir a la vez dando institucionalidad a ese mismo tejido; no es posible proceso constituyente alguno en un Joker meramente Joker. En el Joker se da algo así como el “último hombre” nietzscheano; es como si fuera un redentor, pero no lo es: es un tipo de simulacro social de una salida que nunca lo fue. No es el motor de la Revolución del NosOtros (es un cierto inicio, pero nunca suficiente), sino que es elemento entrópico capitalista del propio nihilismo que nos ha dejado sin nada, solamente con ‘menos que nada’; es decir, con odio y violencia. Solamente nos dejó como huérfanos en medio del salvaje Capitalismo y nos ha enseñado a reír y bailar mientras destruimos a cualquier señor Wayne (podría ser hasta contra un Piñera cualquiera como lo vemos en estas semanas). Pero todavía no acontece radicalmente una “Revolución del NosOtros” en este carácter de Joker en medio de la sociedad capitalista.
He dicho: “¿Revolución del NosOtros?”, pero ¿Qué significa eso? Es como si contestáramos lo siguiente los que marchan: “¡Estamos tratando de generar un Proceso Constituyente para otro Chile; entre todos NosOtros!”; aunque parecía imposible que en Chile algo así pudiera suceder (siempre éramos los mal llamados “ingleses o suizos” de Sudamérica; porque éramos unos aburridos, timoratos y obedientes al trabajo infinito y narciso impuesto por la nueva Hacienda post Dictadura); pero al parecer, está aconteciendo en la superficie cartográfica misma de esta gran franja que somos los millones de chilenos, somos un tejido socio-histórico que florece en nuestros cuerpos cuando nos manifestamos de alguna de sus múltiples maneras en las calles (nos vamos tocando y nos vamos conectando en nuestras diferencias; incluso en la virtualidad, en las calles de las redes sociales nos tocamos, etc.); somos un tejido que se sana y se reconstruye como en esos films modernos actuales; el tejido se recompone después de tanta herida, de tanto daño, de tanto dolor por años, por décadas de abuso y de abandono cómplice de una institucionalidad que nos violenta día a día; de una institucionalidad capturada por los negocios; de un Mandato de una vieja ética de lobos que se devoran entre sí, de un sálvese quién pueda y sálvese solo (el otro, cualquiera sea, es tu enemigo). Si podemos nombrar la causa de este dolor que nos ha devastado en Chile, y en múltiples territorios de este pequeño planeta, lo podríamos llamar simplemente con el nombre: “Capitalismo”. Ante eso, como señalé, el devenir Joker inicia la transformación material de la sociedad. Y es lo que hoy acontece en Chile.
5
Convención Constitucional
Y ese devenir Joker se abre a un proceso constituyente a medida que pasan los días y días; y se ve poco a poco cómo emerge una nueva constitución para todos NosOtros los chilenos. Y el desgate que busca la derecha (y todas las formas actuales de conservadores, desde socialdemócratas a cierta izquierda socialista; incluso algunos se hacen llamar “amarillos” y lo dicen con orgullo) para volver a normalizar la vida y que todo siga igual, va dando paso rápido y decidido a una Revolución del NosOtros que se va asentando poco a poco en Chile. ¿Por qué una Convención Constitucional para Chile y para el resto del continente? Porque, dicho en simple, no podíamos seguir, así como estábamos los chilenos, pues de esta forma íbamos a un acantilado, a un abismo, a una escisión radical entre NosOtros mismos, en donde nacerían la facciones de “nosotros” los amigos contra ese “nosotros” de los enemigos; esto había que evitarlo radicalmente (no a la horrorosa lógica de Carl Schmitt que destruye el tejido socio-histórico), puesto que ya nos acechaba fuertemente y se sentía venir la escisión a toda esta franja territorial humana que habita en miles de kms. (así como nos muestra el estremecedor documental de Patricio Guzmán, La Cordillera de los Sueños, estrenado en el 2019 en Cannes donde recibió el Premio al Mejor Documental). Y ese peligro que nos acechaba como un Ángel destructor no pudo ser ya detenido por la propia institucionalidad vigente, esto es, en especial, ya por el Gobierno de Piñera, ya por el Parlamento de “Amarillos por Chile”: ellos mismos, esta doble institucionalidad, eran parte del problema mismo a superar, eran parte fundamental de nuestro abandono y de la violencia que nos han ejercido por décadas. Y por eso nos alejamos tanto del Gobierno con su coalición a fin (Chile Vamos… formalmente No iba a ninguna parte, incluso la intentaron reflotar con los llamados “republicanos” de Kast, un bello eufemismo, de la ultraderecha pinochestista más rancia) como que también tomamos distancia total de la mal llamada “oposición”, porque, en el fondo, nos sentimos traicionados por ella (son el brazo despotenciador de la propia fuerza que somos y movemos a Chile en estos momentos y que llevaron el derrumbamiento de Pinochet en el pasado; ellos juegan a la abstracción democrática sin materialidad ni vida alguna para millones de chilenos). Somos NosOtros como tejido socio-histórico material y muy adulto, como sujeto revolucionario, desde Arica a Punta Arenas (desde Izkia a Gabriel; pues Chile, como se sabe, es un país muy largo, como unos 5 000 kms y que los que ahora estén en el gobierno sean de los extremos del país es un asunto realmente genial que muestra ya cómo se rompe el centralismo patriarcal), después de haber vivido una Dictadura horrorosa y larga, los que debíamos levantar una Idea, una visión de un Chile mejor para todos y que se realice a lo largo de las década de este siglo XXI que avanza. Y que en este instante expresara lo que se ha negado por tanto tiempo, esto es, diferencia: pluri-nacional, pluri-regional, pluri-cultural, pluri-sexual, etc. Ha llegado la diferencia para quedarse, por fin, a habitar en Chile.
Una nueva Política se levanta por medio de una Nueva Constitución y los teóricos que digan que no es así, obviamente están jugando el otro partido de la falsa “paz pública”, la falsa “institucionalidad”, la falsa del “republicanismo”, la falsa de la “soberanía”, la falsa de los “amarillos”, de los reformistas; y su violencia por el bien de todos, o sea, no cambiar nada para que todo siga igual (“Gatopardismo”); y jugar así con que el tiempo lineal infinito desactive todo movimiento democrático de emancipación por cansancio (una forma de gobernanza que no solamente ya no se acepta, sino que atenta contra el propio país: ese es el peligro que se debe combatir). Y que así vuelva operar la “abstracción permanente” de que estamos en el mejor de los tiempos posibles de un Estado para todos y que con unidad y sin “violencia” vamos a salir adelante. Sin embargo, no es así. La violencia estaba gobernando, pero de forma naturalizada y en una complicidad silenciosa. Era la peor violencia, la institucionalizada como normal. La violencia de las armas, de la destrucción, del odio al otro no es necesaria para nada, pero la fuerza de la no-violencia, como diría Butler, es la que transforma los países.
Y el temor que tienen “algunos” (por lo general conservadores y en Chile hay muchos tipos de ellos; incluso en la llamada “izquierda”) a que nos demos NosOtros mismos nuestra institucionalidad es un temor entendible, pero totalmente discutible, porque es un temor realmente “infantil”, un temor ideológico de no saberse adulto para tomar sus decisiones (y que ellos, los “adultos políticos”, nos representarán mejor), pero somos y estamos siendo muy “adultos”; y a la altura y profundidad de los tiempos que corren. Esto es irrefutable. Hoy solamente puede acontecer una Democracia viva hoy, con todo su movimiento dentro de sí, en la medida que va dejando de ser tan ideológicamente “representativa y liberal”; adjetivos que mutaron, de modo nefasto, en los últimos 50 años a nivel global. Esta Democracia “representativa y liberal” devino en nuestros tiempos como en una Democracia “totalitaria y capitalista”; es “el Moloch de la Abstracción”, “el Sí y el Amén” del Capitalismo (actualizando a Nietzsche). Empero, ante esta abstracción radical, esa institucionalidad, igual nos emancipamos democráticamente en las calles; y entre todos NosOtros hemos exigido algún tipo de Asamblea Constituyente como lo mejor para el país y nos dimos esta Convención Constitucional; ya que no estaremos nunca en condiciones más inferiores a las de ahora (nunca seremos una Venezuela), sino todo lo contrario, estaremos entre todos realizando políticamente un deseo de colectividad y, a la vez, en su diferencial. Eso que se veía imposible, ahora se ve más plausible y en algunos meses ya estará escrita la nueva Constitución bajo el Gobierno de Gabriel Boric y con una coalición ampliada que va desde Apruebo Dignidad a los movimientos sociales.
Conclusión
¿Estallido o Revolución?
Con ese término de “estallido social” que se le da la revuelta revolucionaria chilena y que hoy está cambiando a Chile, se encubre algo muy importante, a saber, que en Chile no solamente vivía y se des-vivía, en la maquinaria capitalista, un pobre y desgraciado sujeto individual, egoísta y competitivo que hacía de todo para sobrevivir y tener reconocimiento y, por ende, éxito (valor agregado que puede acumular en teoría “infinitamente”) en el mundo-mercado; de este sujeto nació el actual que impera en todas partes: es el modo chino del obrero que hegemoniza globalmente (es el sujeto capitalista para Steve Bannon). El chileno era un zombie-mercancía, esto es, un muerto-viviente que servía para engrasar el sistema mismo capitalista: era el operador de la maquinaria como lo muestra de forma magistral Tiempos Modernos de Chaplin. En Chile se levantó, evidentemente, el único sujeto revolucionario posible para estos tiempos, que se podría llamar técnicamente: NosOtros. Y con ello la matriz misma del Capitalismo chileno quedó trizada y gravemente dañada. Ese NosOtros revolucionario chileno pudo “re-flexionar” sobre sí y así interiorizarse (y dejar su psicosis de querer tener un trato inmediato con lo real por medio del capital); y así pudo articularse, en la mediación, con Otros en la diferencia y elevarse sobre su propia subjetividad capitalista, “a pesar de” de que su inconsciente vivía y ansiaba el Laberinto del Capitalismo; busca encadenarse a su Amo (así como en el Mito de la caverna de Platón).
Soñemos con una Nueva Constitución levantada desde una Convención Constitucional. Y con ello soñemos de verdad en un estado plurinacional, en donde los pueblos nativos son parte esencial y diferencial de ese tejido socio-histórico; soñemos con un Chile en que lo solidario, y nunca más lo subsidiario, sea el eje por donde se levantan todas las políticas públicas desde el diseño de los barrios y las calles hasta las escuelas, hospitales, tribunales, supermercados, farmacias, bomberos, museos, comercio, áreas verdes, sectores deportivos, de ocio, etc.; soñemos en que tenemos una constitución que nos garantiza la bella diferencia y al otro en tanto que Otro, en toda su riqueza y diversidad sexual, en toda su singularidad y, a la vez, en toda su conectividad; soñemos con una carta magna que nos regula los uno a los Otros para que entre todos, y con la diferencia que esto signifique, el que tenga más por fin pague lo que tiene que pagar, exista un sistema tributario sólido y robusto que dé salida real, sin engaño, a la necesidades de todos los sectores sociales; soñemos con una gran regionalización y autonomización de los distintos territorios chilenos; soñemos con cierta estructuración en que quede acotado cuáles son los marcos de ganancia y de regulación de los sistemas capitalistas: bancos, autovías, salud, etc.; soñemos con un marco político que desde él se puede abrir el nuevo Mandato ético que necesitamos radicalmente estos días; soñemos…
El otro en tanto que Otro[4], un NosOtros, en donde el clasismo, la xenofobia y el racismo, los tres males de Chile, y que a veces se expresa en ciertos sectores sociales con mayores ingresos económicos, se destierran, en forma definitiva de nuestras prácticas sociales para que realmente superemos la segregación casi metafísica que hay entre los chilenos; segregación que a todos nos intoxica, nos envenena y nos enferma. En definitiva, con una Convención Constitucional, que expresa a todo el extenso Chile, podremos reflexionar de cómo el Otro y el mundo están siendo el sentido mismo de esta escritura constitucional chilena. Hoy en Chile acontece la Revolución del NosOtros.
[1] Lacan, Sem. 16 (3-12-1969)
[2] Véase, Espinoza, R., Hegel y las nuevas lógicas del mundo y del Estado. ¿Cómo se es revolucionario hoy?, Akal, Madrid, 2016.
[3] Véase, Espinoza, R., Capitalismo y empresa. Hacia una Revolución del NosOtros, Libros Pascal, Madrid, 2018.
[4] Véase, Espinoza, R., NosOtros. Manual para disolver el Capitalismo, Morata, Madrid, 2019.
Ricardo Espinoza Lolas (Valparaíso, 1967) es un académico, escritor, teórico crítico y filósofo chileno. Doctor en Filosofía por la UAM y Catedrático de Historia de la Filosofía Contemporánea de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Entre los libros que ha escrito o coeditado destacan: Realidad y tiempo en Zubiri (Granada, Comares, 2006), Zubiri ante Heidegger (Barcelona, Herder, 2008), Realidad y ser en Zubiri (Granada, Comares, 2013), El cuerpo y sus expresiones (coord., Universidad de Granada, 2014), Hegel y las nuevas lógicas del mundo y del Estado (Madrid, Akal, 2016; 2.ª ed. 2017), Capitalismo y empresa. Hacia una revolución del NosOtros(Santiago de Chile, Libros Pascal, 2018), Žižek reloaded. Políticas de lo radical (Madrid, Akal, 2018; 2.ª ed. 2019), Aporías de la democracia (Barcelona, Terra Ignota, 2019), NosOtros. Manual para disolver el Capitalismo (Madrid, Morata, 2019), El espacio público de la migración (Barcelona, Terra Ignota, 2019), Conceptos para disolver la educación capitalista (Barcelona, Terra Ignota, 2020), ¡Hegel Hoy! (Barcelona, Herder, 2020), Derechos, Fronteras, Naciones y Estados (Barcelona, Terra Ignota, 2021) y 33 conceptos para disolver las medidas político-sanitarias en pandemia (Barcelona, Terra Ignota, 2022).